26 mayo, 2016

Paraguay Vive #53- Radio La Retaguardia- 25-05-2016


Paraguay Vive #53- 25/05/2016-Radio La Retaguardia-
Recibimos y distribuimos solidariamente información, convocatorias, denuncias, de los Pueblos que Luchan contra los abusos a los más vulnerables-
En vivo: Miercoles de 19 a 20/ Jueves 13 a 14/ Sabado 10 a 11/Domingo 11 a 12
Institucional CURUGUATY: Estado de situación juicio-Masacre de Curuguaty

REPORTE 1- Militares en lugar de la Masacre- 01:51
REPORTE 2- Amelio Sisco Abg. 04:34 (Lunes con Mina)
REPORTE 3- Crio. Anoni 15:57 (Lunes con Mina) Noticias de Paraguay-

Abuelas de Plaza de Mayo: Repudio al golpe en Brasil

MACRI=CEO del Neo liberalismo=Principe de Sur de la Patria Grande- Felpudo de los gringos, nadie le pide tanto, el rigor brasilero, china no es el comedero de Margarita Barrientos.- Michetti silencio de su gira de hostigamiento a China.- Quienes vinieron a interesarse en invertir en argentina? Pagar el Precio y objetivo, romper la Patria Grande, TTP= ALCA aggiornado- Base militar en Ushuaia- Control de fronteras entregado a fuerzas extranjeras- Uribe gerente de FAES, no a la Paz, invadir Venezuela- Felicita a golpistas de Brasil

Música: Construcau- Chico Buarque A pesar de Voce- Chico Buarque Tropicalia- Caetano Veloso Vem pra Urna- Daniela Mercuri

Trabajadores y trabajadoras de Radio América..

http://www.laretaguardia.com.ar/2016/05/trabajadores-y-trabajadoras-de-radio.HTML




Los trabajadores y trabajadoras de Radio América están ocupando desde esta tarde la planta transmisora de la radio. Hace unos meses que están en conflicto. Los antiguos dueños Sergio Szpolski y Matías Garfunkel hasta que se deshicieron de las empresas del Grupo 23. Los trabajadores vienen sosteniendo la radio con emisiones especiales, intentando no cesar las emisiones por completo. Hoy el nuevo dueño de los medios, Mariano Martínez Rojas, quiso copar la planta transmisora para impedir que los trabajadores puedan emitir. Luis Angió dialogó con la trabajadora Daniela Gisbert durante la emisión de Oíd Mortales, que conduce junto a Cristina Varela. (Por La Retaguardia)

"Estoy en la planta acompañando a los compañeros técnicos que trabajan acá, en Soldati, un lugar bastante descampado. Hubo una amenaza da cortar la transmisión que no se llevó adelante. Nosotros llegamos y había tres patovicas en la esquina, ahora un grupo está en la policía haciendo la denuncia. Le dimos intervención en el Enacom (Ente Nacional de Comunicaciones). Esta es una vuelta de tuerca más de este empresario Martínez Rojas que todavía no nos pagó y, sin embargo, se da el lujo de amenazar a los laburantes para cortar la transmisión. La señal es del Estado, el Estado no toma cartas en el asunto. Después de seis meses la radio está funcionando, los laburantes no cobramos. El Estado está siendo cómplice de una situación anómala. Es una radio privada", explicó Gisbert desde la planta transmisora ubicada en el sur de la ciudad.

—Oíd Mortales: Hoy escuchaba a otro compañero en otra radio preguntándose cómo puede ser que el Estado no tome intervención, cuando la frecuencia es del Estado y lo único que hace es concesionarla. Martínez Rojas se presentó en el Ministerio de Trabajo, pero no solo no les pagó a ustedes, sino que nunca programó la radio para salir al aire. 

—DG: Quiere cortar la transmisión desde acá. Él hizo una oferta para pagarnos, pero no nos pagó, quiere que trabajemos gratis. Esto no es una cooperativa, es un empresario privado que compró una radio, mínimamente tiene que tener dinero para pagar los salarios. Seguimos pagando nosotros los servicios, la luz, la línea digital que va de la planta al centro. Ni siquiera paga eso. El Estado no le tendría que entregar una radio AM a un empresario insolvente.

—OM: En una situación normal, ¿cuántos empleados hay en la planta?

—DG: Hay uno o dos, los turnos son de 6 horas. Pero con esta situación, los compañeros se quedan treinta y seis o cuarenta y ocho horas seguidas trabajando para no gastar en transporte. Es una patriada inmensa. 36 horas trabajando gratis y encima los patotea y les dice que los va a sacar, que va a cortar la transmisión. Nosotros somos los que estamos cuidando el aire.

—OM: Es muy importante que esto se sepa, no sé si habrá muchos medios que lo difundan. 

—DG: Mañana vamos a tener una reunión con el Enacom para que se defina esta situación. También nos van a recibir diputados del oficialismo, de la comisión de libertad de expresión. Esto tiene que ser una resolución política, el Ministerio de Trabajo no ha hecho nada.

 

Una joven de la Armada denunció a un suboficial..

http://www.laretaguardia.com.ar/2016/05/una-joven-de-la-armada-denuncio-un.HTML



“Lucía” es una mujer que denunció haber sufrido abuso sexual por parte de un suboficial de la Armada en Tierra del Fuego. Tras años de sufrimiento y amenazas de perder su trabajo y la vivienda, se animó a hacer pública su historia. En la última emisión de La Retaguardia, Fernando Tebele y María Eugenia Otero dialogaron con ella. La joven dio un tan angustiado como valiente testimonio de sus vivencia, miedos y esperanzas. (Por La Retaguardia)

Foto: vista de la base naval donde la víctima y el victimario trabajaban (cronicas fueguinas.blogspot)

El testimonio

Lucía es el nombre que utilizamos para esta entrevista para preservar la identidad de la protagonista de esta historia: una mujer que denuncia haber sido víctima de abuso sexual como integrante de la Armada y acusa a un suboficial principal de esa fuerza.
“Yo trabajaba en la Armada desde 2011, y en 2013 llega a Ushuaia desde otro destino el suboficial principal al que yo denuncio. Desde el principio fue como gentil por demás y al transcurrir el tiempo, los meses, comenzó con un acoso sexual, con propuestas de carácter sexual. Me decía que si yo estaba con él iba a mejorar mi situación económica, iba a poder laboralmente dentro de la fuerza; yo nunca acepté sus propuestas”, inició su relato Lucía en diálogo con La Retaguardia.
“Una noche –continuó– me llama para decirme que necesitaba unas llaves que se habían perdido de la Base Naval. Fue aproximadamente a las 10 de la noche, un horario en el que yo ya no trabajaba, pero me dice que tenía que ir porque tenía que estar disponible para la Armada las 24 horas del día. Me pasó a buscar y fuimos a la Base Naval pero en el camino me dice que justo mira el celular y que le llegó un mensaje que ya habían aparecido las llaves y que podríamos ir a pasarla bien, estar juntos en Playa Larga, que es un lugar descampado en Ushuaia. Le digo que no, que no quería ir para ahí, que no me insistiera, después le dije que me dejara ahí adónde estaba o que me lleve nuevamente a mi casa. Este hombre accedió pero continuó con este acoso interminable. Durante las vacaciones de invierno que tenemos en la Armada, la primera y segunda quincena de julio, este hombre no me dejó salir en ninguna de las dos y andaba constantemente detrás de mí. Yo estaba trabajando sola en ese lapso vacacional y en un momento dado me dice que andaba buscando unos elementos de trabajo, a lo que le respondí que no tenía conocimiento de dónde estaban, que no estaban mis compañeros y que yo no sabía dónde los guardaban ellos; entonces me pide que le abra una oficina que teníamos para guardar elementos, la abro y me dice que pase y me fije si estaban adentro, pero cuando paso este hombre cierra la puerta, me agarra fuerte de los brazos y me dice que lo bese, que lo tenía loco porque no quería estar con él, me comenzó a manosear, a tocar los senos, partes del cuerpo... eso generó que me creara moretones por tanta fuerza que hice. En un momento, empecé a luchar contra él y pude salir de ese lugar, me encerré en un baño a llorar de la impotencia. No había nadie para pedirle ayuda porque como estábamos en período vacacional la mayoría del personal estaba de vacaciones, estaba únicamente el personal mínimo pero todos siempre cubriendo sus puestos de trabajo, sus guardias. Después fui y le avisé al jefe que se encontraba en ese momento, un teniente, le pedí ayuda, le conté lo que había sucedido y que ya venía sucediendo con acosos pero que esta vez ya fue un ataque por parte de este hombre. Él me dice que yo era marinera y que él era suboficial, y que me fije lo que iba a hacer, que recordara que yo dependía de la obra social de la Armada, que la Armada me proveía un sueldo, una casa, que yo era derivada constantemente al Hospital Garrahan por una cuestión de salud de mi hijo, y tuve que decidir entre denunciar o la salud de mi hijo. En ese momento estaba muy limitada a hacerlo sola, sostener mi familia, y me tuve que callar”, contó Lucía en un relato desgarrado.
A partir de ese momento, el suboficial comenzó a hostigar a Lucía acusándola de que lo había perjudicado ante los superiores: “empezó entonces con una persecución laboral interminable y me decía que iba a continuar hasta que me vaya por mis propios medios o si no él me iba a hacer echar. Yo continué trabajando, pero él me hace echar en 2014. Me dan de baja argumentando que había llegado a la edad límite, que como marinero era de 28 años, pero en ese entonces yo tenía 26 años”, contó Lucía.

La lucha

“Después de salir de la fuerza pedí un recurso de amparo a la Defensoría en el Juzgado provincial, que hizo lugar a mi recurso, y me reincorporaron el 18 de agosto de 2015”, explicó Lucía. Sin embargo, en esa presentación aún no había denunciado lo que realmente había sucedido: “necesitaba volver a trabajar, que mi hijo tenga nuevamente una obra social. A las personas que me atendieron en el juzgado les comenté toda la situación pero lo que yo quería era volver a trabajar, entonces ellos hicieron una petición a la Armada a la que le dieron lugar”, aclaró la joven, casi sin dejar de llorar.
Lucía recuperó su trabajo pero la fuerza la envió al mismo lugar donde había sufrido el acoso y el abuso: “se sabía lo que había pasado con esta persona, era de conocimiento de todo el personal superior de la Armada, así que volví a trabajar y este hombre volvió con los acosos. En un momento me dice ‘¿vas a estar conmigo o te vas a hacer la difícil como antes?, porque las difíciles como vos me excitan más’; además me dijo que si yo no estaba con él me iba a hacer echar nuevamente. Les decía a mis compañeros de trabajo que me hostigaran, que me molestaran constantemente, y mis compañeros no entendían por qué tanta saña conmigo; me decían que trabaje tranquila, que no me preocupara. Mi horario de trabajo era de 7 de la mañana a 3 de la tarde, pero este hombre había dado la orden de que no me dejen desayunar, ni almorzar, que no consumiera nada adentro del lugar de trabajo, porque yo era personal civil. Después de todo eso voy a hablar con un jefe que se encontraba en ese momento de manera provisoria. Le conté lo que me estaba pasando, que ya no aguantaba más y después fui a hacer la denuncia en la fiscalía del juzgado provincial”.
A diferencia de situaciones anteriores, este jefe provisional sí escuchó a Lucía, la contuvo, le dijo que se quedara tranquila ya que él iba a interceder: “la verdad que tuvo una buena actitud, más humana. Después me dirijo al juzgado a hacer la denuncia y a los 5 días aproximadamente me trasladan de lugar y ya no sigo a cargo de ese hombre. Me empezaron a hacer lo que anteriormente hacía este hombre, me ponían horarios de trabajo que realmente me dificultaban poder estudiar, seguir con mis actividades. Cuando la Armada toma conocimiento de mi denuncia comienzan a solicitarme que la retire, que diga que me equivoqué y que esas cosas no habían pasado, que retirara todos los cargos en contra de ese hombre porque no querían que la Armada tuviera problemas de esa índole, que si yo quería este hombre iba y me pedía disculpas o lo mandaban de pase a cualquier lado, pero yo no accedí”.
A la semana de esta negativa, Lucía recibió una notificación en la que le informaban que le rescindían el contrato laboral y que la desalojaban de la casa en la que vivía: “me dejan por segunda vez sin trabajo, esto en noviembre, diciembre de 2015”.

Raped in the US Military, Retaliated Against for Life

https://www.hrw.org/news/2016/05/19/witness-raped-us-military-retaliated-against-life

Witness: Raped in the US Military, Retaliated Against for Life


Amy Braunschweiger

Senior Web Communications Manager
Liz Luras enlisted in the US Army because she came from a patriotic family – her father served in Vietnam and her grandfather fought in World War II – and to help pay for college. Her family, who lived in Oregon, couldn’t afford a car. To pay for her ballet classes, Liz and her mom cleaned the ballet studio and sewed costumes.
Liz hugging her grandmother, Francis Nugent, after she returned home from boot camp.
Liz hugging her Grandmother, Francis Nugent, after she returned home from boot camp.
“[Enlisting] seemed like the perfect solution,” she said. “To serve my country and make sure I had a way to pay for my education.”
She scored high on the aptitude tests and was selected for intelligence communications, such as copying code, and given top-secret clearance. She went through a rigorous background check for the clearance that included any criminal history as well as mental and physical health screenings.
She graduated from high school on a Friday and shipped out that weekend – she didn’t even attend her graduation.
Liz excelled in boot camp and training. Her superiors encouraged her military career and said they would nominate her for the military academy at West Point. Her future seemed assured. “It was the most exciting time,” she said. “I felt so empowered as a patriot, soldier and woman. I could run, huck a rucksack, shoot an M16, and I loved it.”
Then everything changed. Her date to the Marine Corps ball raped her, and her “battle buddy,” a partner assigned by the military, reported the assault to superiors.
The rape set off a series of events – including physical hazing, sexual harassment and two more rapes – that led ultimately to Liz being forced out of the military career she loved. Despite being honorably discharged, she was unfairly labeled as having a “Personality Disorder” or PD in her discharge papers – although she was never diagnosed by a doctor and showed no signs of PD in her pre-army screening. Because of this black mark on her record, when she applied for law enforcement or government jobs – where veterans are often given preference – she didn’t even get interviews.
Only later did she learn that PD discharges, a term used to describe a mental health condition that can disqualify someone from military service, were once considered the easiest way to get rid of someone in the military and to silence them.
Thousands of United States service members, who lost their military careers after reporting a sexual assault, live with stigmatizing discharge papers.

Based on more than 270 interviews, documents from US government agencies in response to public record requests, and data analysis, a new Human Rights Watch report illuminates the impact of “bad discharges” on military personnel who left or were forced out of the military after reporting a sexual assault. In response to public pressure the military has taken some steps in recent years to improve how it handles sexual assault cases. But almost nothing has been done to reverse the harm to veterans who reported sexual assault in the past. Like Liz, many lost much more than their military careers, and have no effective recourse to correct their records.
After Liz’s battle buddy reported her rape, Liz was taken to a hospital. She was interviewed by both military and civilian police, as well as her military command. Her rapist was questioned but never charged by either the civilian police or the military.
Liz on the day she spoke in front of Congress about rape in the military as part of Service Women’s Action Network (SWAN). Washington D.C. 2013 .
Liz on the day she spoke in front of Congress about rape in the military as part of Service Women’s Action Network (SWAN), Washington D.C., 2013.
Liz was sent home on emergency leave – the American Red Cross gave her a plane ticket, but the cost was later deducted from her pay. When she returned, the harassment began.
She received multiple disciplinary notices (“article 15s”), including for “failure to soldierize” – specifically, for having a pale pink, not peach, manicure, or for having boxers over her military underwear, or for wearing lip gloss. Before reporting the rape, the same lip gloss and nail polish hadn’t been an issue. She fought these charges, and many were dropped.
At night, a drill sergeant would come into her room while she was sleeping and stand over her bed to intimidate her. He made comments about her breasts.
Liz told her father about the harassment. He called their congressman, who contacted Liz’s supervisor. The supervisor called Liz into his office and ordered her to tell the congressman nothing was wrong. Half a dozen drill sergeants and the command sergeant major stood in a semi-circle around her as she told the congressman over the phone that everything was fine.
It got worse from there. It was clear her command wanted her out of the military, Liz said. West Point was taken off the table. She was confronted in the bathroom and threatened by female friends of the soldier who raped her. She was taken out of her room in the middle of the night repeatedly for “extra duty” – to clean toilets, repaint a hallway she had recently painted, or do pushups or sit-ups until she vomited, well past the point of exhaustion. All of this, she believes, in retaliation for speaking out.
She was raped twice more, she believes in retaliation for reporting the first rape. She didn’t report either rape. “The retaliation was so terrible,” she said. “I was more afraid of the retaliation than of being raped.”
Liz visiting the Vietnam Memorial in Washington D.C. with her father, Ken Luras. October 2014
Liz visiting the Vietnam Memorial in Washington D.C. with her father, Ken Luras, October 2014.
Liz standing between her parents, Ken and Valoyce Luras and for her graduation ceremony from George Fox University. Newburg, Oregon. May 2015
Liz standing between her parents, Ken and Valoyce Luras and for her graduation ceremony from George Fox University, Newburg, Oregon, May 2015.
Despite all these horrors, she still wanted a military career. She took seriously her oath to serve, she said.
In a moment of utter desperation, she agreed to marry someone she barely knew for the chance to move out of the barracks and be out of reach of those hazing her at night.
Then her superiors forbade her from moving out of the barracks.
One Friday, her drill sergeant took her to a file cabinet room and told her she wouldn’t be reclassified to another job, a request she made to avoid her harassers, but that she would be given an honorable discharge and could later return to the military. He slammed the discharge papers on the file cabinet. “Fucking sign it, Luras,” he ordered, all the while keeping his hand pressed on the papers. She was on a flight home that afternoon.
Normally, soldiers are notified they’re to be discharged, a process that often takes six months or more and can involve military attorneys, medical evaluations, and other advisers.
Liz, after being awarded the Oregon Woman Vet of the Year by the Oregon Department of Veteran’s Affairs. Salem, Oregon. April, 2016
Liz, after being awarded the Oregon Woman Vet of the Year by the Oregon Department of Veteran’s Affairs, Salem, Oregon, April, 2016.
Only later, when Liz looked at the paperwork, did she realize “Personality Disorder” was given as the reason for separation on her discharge papers. This despite no history of mental health problems and no diagnosis from a professional.
Liz’s unexpected ejection from the military meant she lost out on medical and other military benefits. She never saw the money earmarked for college that the military had deducted from her check for the Montgomery G.I. Bill.
Despite everything, Liz wanted to keep her military career. She enrolled at the University of Oregon and joined the Reserve Officers Training Corps (ROTC). Although she had a clean bill of health from the military and a straight A average, in her second semester she was pulled aside by the ROTC commander and told she had a black mark on her record and could not participate, nor could she reenlist in the Army. ROTC pays for its students’ tuition, but after ROTC told her to leave, it didn’t pay for any of the classes Liz had taken.
Her PD discharge made it more difficult to get a job. When veterans apply to law enforcement or government jobs, their resumes often get moved to the top of the pile under a points system. She applied for a sheriff position and a public affairs job, among others. But she was never called for an interview, she said, until she stopped sharing her service record.
Since her discharge, both civilian and Veterans Affairs (VA) doctors have confirmed she never had PD, although they did diagnose Post Traumatic Stress Disorder (PTSD) stemming from the rapes and retaliation. However, she is afraid to go to the military’s Discharge Review Board.
Liz received the Stevie Award on behalf of the nonprofit Ms. Veteran America, New York.
Liz received the Stevie Award on behalf of the nonprofit Ms. Veteran America, New York.
Historically, the boards offer little hope for correcting records. Applicants almost never receive hearings and dozens of cases are decided in a few hours. Depending on the board, often only between 1 and 10 percent of challenged discharges are overturned.
Liz has struggled because of her military experiences, which initially left her feeling numb. She was at times homeless, after being laid off and trying unsuccessfully to find employment. She worries that potential employers may have judged her for speaking openly about her rape and PD discharge. She believes that as a result of her PD discharge, she’s adopted a form of perfectionism: “With PD vets, people tell you you’re crazy when you know you’re not, so you do everything to be perfect. You never want to give them a reason to doubt your sanity.”
Today, Liz has two steady jobs, and she recently graduated from college. As part of Service Women’s Action Network (SWAN), she’s marched on Capitol Hill, and spoke in front of Congress about rape in the military in 2012 and in 2013. But even within SWAN, she didn’t initially share that she had a PD discharge. “There’s this whole other layer of shame,” she said. It felt too complicated and overwhelming to share, especially as the issue was relatively unknown.
Liz competed in Ms. Veteran America, which raises money for homeless female veterans and their children. Although the group initially questioned Liz’s story about her PD discharge, today the organization supports female veterans who have been denied their VA benefits because of PD discharges.
For the past six years Liz has worked in suicide prevention for veterans. “I tell everyone to find what you would die for and live for it. Because one voice can make a difference and that difference begins with you.” She pauses. “That’s the whole reason why I stand up and start talking about this and don’t bury it.”
“I want Congress to wake up. And I want them to step up and start helping us. Our warriors deserve justice.”

Reports

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Red Voltaire] Principales titulares de prensa de la semana

http://www.voltairenet.org/article191774.HTML

Regreso inminente de los aviones rusos a Siria

Después de haber retirado sus bombarderos de Siria, debido al cese de hostilidades pactado con Estados Unidos, Rusia se ve obligada a volver al campo de batalla porque –en violación de sus compromisos– Washington sigue entregando armamento a los yihadistas, lo cual incluye a los terroristas de al-Qaeda y del Emirato Islámico. En respuesta, el portaviones ruso Almirante Kuznetsov llegará a Siria en julio.
| Bucarest (Rumania)
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Aunque Rusia no dispone de aviones de 5ª generación, los bombarderos rusos resultaron muy eficaces durante su campaña de 6 meses en Siria.
Sin embargo, como resultado del cese de hostilidades que Rusia y Estados Unidos pactaron, a partir del 27 de febrero de 2016, el presidente Vladimir Putin ordenó retirar 46 de los 54 o 56 aviones Su-24, Su-25, Su-30, Su-34 y Su-35 desplegados en la base aérea de Hmeymim. Retirada que no resultó ser una buena decisión.
En violación de los compromisos que había contraído, Estados Unidos siguió enviando armamento sofisticado a los yihadistas, incluso a los al-Qaeda y los del Emirato Islámico [1]. Resultado: Después de la liberación de Palmira, el Ejército Árabe Sirio no pudo continuar la ofensiva contra el Emirato Islámico en Raqqa y Deir ez-Zor [2]. Las tropas sirias sufrieron muchas bajas ante el Frente al-Nusra (la filial de al-Qaeda en Siria) en la región de Alepo.

19 mayo, 2016

Paraguay Vive #52- Radio La Retaguardia- 18-05-2016


 
 
                                       

Paraguay Vive #52- 18/05/2016-Radio La Retaguardia-
En vivo: Miercoles de 19 a 20/ Jueves 13 a 14/ Sabado 10 a 11/Domingo 11 a 12 
 
Institucional CURUGUATY: Estado de situación juicio-Masacre de Curuguaty
REPORTE 1- Militares en lugar de la Masacre- 01:51
REPORTE 2- Esperanza Martinez- Juicio 02:53
REPORTE 3- Policías matan policías Gamarra/Lovera: emboscada? 03:25

Abuelas de Plaza de Mayo: Empezar el duelo-Guillermo Perez Rosemblit- Juicio RIBA-

MACRI=CEO del Neo liberalismo=Principe de Sur de la Patria Grande- Felpudo de los gringos, nadie le pide tanto, el rigor brasilero, china no es el comedero de Margarita Barrientos.- Michetti silencio de su gira de hostigamiento a China.- Quienes vinieron a interesarse en invertir en argentina?

Música: Rekutu de Ramon- Los Corales Marcha de la Bronca- Pedro y Pablo A pesar de voce- Chico Buarque

Los partisanos judíos que lucharon contra los nazis- Iom ha SHOA---

 


 
 
 
 
Los partisanos judíos que lucharon contra los nazis
Esther Mostovich de Cukierman
¿Qué sabemos nosotros sobre la vida de los judíos que lucharon como partisanos durante la 2ª.guerra mundial? Sólo que estaban ocultos en los bosques y desde allí, formaron grupos guerrilleros para luchar contra el enemigo nazi. ¿Cómo vivían allí? En el año 2009, una partisana nos acompaña a conocer uno de esos campamentos que aún puede reconocerse en el bosque de Rudnitzky, no muy lejos de Vilna.

Somos un grupo de estudiantes que cursamos durante el verano, idioma y literatura Idish en la universidad estatal de Vilna, Lituania. Unas cuarenta personas, una mitad judíos y otra mitad no judíos, llegados desde distintos lugares del mundo. Salimos de Vilna en ómnibus, hacia el bosque de Rudnitzky. Unos veinte minutos más tarde, nuestra guía Fania Brantsovsky nos señala unas chozas de techos hundidos, al costado del camino.

-Esos restos de construcciones eran una aldea llamada “Los tártaros”. Cuando nos escapamos del gueto para unirnos a los partisanos, caminamos durante toda una noche para cubrir la distancia que ahora nos llevó unos minutos, dice Fania, hablando en idioma Idish. Claro que esta carretera no estaba en ese entonces, pero había caminos decentes. Nosotros no podíamos tomar ningún camino abierto porque con sólo ver nuestro estado de desnutrición y la ropa que llevábamos, sabrían qué éramos fugitivos. Tuvimos que atravesar por los campos, de una granja a la otra, arrastrándonos por debajo de las alambradas.

-¿Venían varias personas en grupo?, pregunta un estudiante.

- Éramos cuatro hasta esta aldea. Aquí nos dividimos en dos. Cuanto menor el grupo, mayores eran las posibilidades de ocultarse, nos dijeron nuestros dirigentes, cuando salimos del gueto. Desde aquí, una compañera y yo teníamos que seguir solas. Las dos teníamos 16 años... era la primera vez que nos separábamos de nuestras madres. Y fue también la última. A los pocos días de nuestro escape, todo el gueto fue liquidado.

- ¿Por qué no huyó tu familia con ustedes?

-Dentro del gueto, la gente mayor no quería irse, ni luchar. No tenían fuerzas. Mis padres y tantos otros, tampoco querían abandonar a los pocos abuelos que aún vivían allí. Preferían esconderse todos en algún pozo del sótano y disimular la entrada. Yo me negué a eso. Los jóvenes éramos los que queríamos arriesgarnos a escapar del gueto, soñábamos con unirnos a algún batallón de partisanos en los bosques, para ofrecer resistencia a los nazis, sabotearles las líneas férreas, volarles los depósitos de armas y las plantas eléctricas. Si de todos modos, nos aguardaba un plan alemán de muerte, no teníamos nada por perder. Mis amigos y yo nos integramos a la organización subversiva del gueto, en la que se unieron los jóvenes de todos los partidos políticos judíos. Los planes de huída eran siempre secretos, diferentes para cada pequeño grupo. Si alguno de nosotros era apresado, era mejor que no supiera nada de los demás. Unos minutos más y el autobús sale de la carretera, internándose por el bosque. Va casi durante media hora por un camino de tierra, hasta detenerse.

-¿Hasta aquí llegaste tú desde esa aldea?

- Después de cuatro días de dar vueltas, llegamos, no aquí pero si a nuestro punto de destino, algo más hacia el Norte, en el medio del pantano. Habíamos perdido el camino y nos mordieron los perros, porque estábamos tan hambrientas que nos robamos el agua y los restos de comida que los campesinos les habían tirado a sus perros. Nos quedamos en un campo, entre dormidas y desmayadas por el hambre y sed. Increíblemente, un campesino nos ayudó. Los lituanos no solían ayudarnos, porque los alemanes les daban dinero y los premiaban con papas y cereales por denunciar a cada fugitivo, pero este hombre nos tuvo lástima. Nunca supe su nombre... Él nos dio leche recién ordeñada, nos regaló zancos para poder atravesar el pantano y nos acompañó hasta señalarnos el comienzo del camino. Después se fue. Los alemanes no entraban al pantano, pero los lituanos tampoco.

-Si yo sigo con ustedes, algún partisano me pegará un balazo, nos dijo.

Nuestro grupo baja del ómnibus. Sólo se ve tierra y árboles a nuestro alrededor.

-¿Esto era un campamento de partisanos? Pregunta una estudiante. ¿Tú viviste en este lugar? ¿Dónde?

- Nuestro destino era un campamento de partisanos a varios kilómetros de aquí. Suponíamos que estaba ya arreglado que ingresaríamos a ese “batallón”. Nos recibieron apuntándonos con un fusil. Yo me puse tan nerviosa al ver esa arma delante mío, que me puse a reír. El guerrillero tal vez pensó que yo estaba loca, pero no disparó. Dijimos nuestros nombres, no nos esperaban, nada sabían de nuestra posible llegada. Pero nos dieron algo de comer y un lugar seco sobre unos troncos para descansar. Dos días después, las dos fuimos a presencia del comandante y nos ofrecimos para luchar. Era un comandante ruso, él estuvo de acuerdo en aceptarnos en su “batallón” de guerrilleros. Pero su compañera se lo impidió. Nos miró de arriba abajo y declaró:

-No, no te voy a dejar quedarte con dos lindas jovencitas. Y nos ordenó a nosotras:

-Váyanse.

-La leyenda que teníamos en la cabeza, sobre los gloriosos luchadores partisanos, se nos vino al piso. Nos tuvimos que ir. Nos indicaron el camino hacia otros batallones de guerrilleros, nos dieron algo de comida, pero nos requisaron los zancos que nos había regalado el campesino. Tuvimos que salir de allí arrastrándonos entre el fango del pantano. También nos rechazaron de un segundo campamento, este era de lituanos y no querían judíos. Al campamento que está aquí, llegamos unos cuantos días después, casi muertas de hambre. Había unas 200 personas viviendo entre los árboles. Era un “batallón” con muchos judíos. Aquí nos aceptaron.

-¿200 personas, aquí? ¿Dónde?

-Esta es tierra bastante seca, muchos refugios se han conservado. Después de la guerra, durante la época soviética, los usaron los partisanos lituanos que luchaban contra los soviéticos. Se ha mantenido como museo al aire libre. Observen a su alrededor.

Caminamos unos pasos. No vemos nada que se parezca a un refugio por ningún lado. De pronto un estudiante dice:

- Miren lo que hay aquí.

Desde dos metros de distancia, no se ve nada. Acercándonos, vemos una abertura algo tapada con pasto. Hay que estar casi encima para darse cuenta de que el pasto es una cortina y que detrás, hay una entrada con los costados afirmados con troncos, que lleva a una habitación de forma irregular, semihundida en la tierra, con un techo que parece una elevación natural del bosque, hecho de gruesos troncos, cubiertos de barro y pasto como el resto del paisaje. Buscando con atención, descubrimos ocho refugios más, similares, de diferentes tamaños.

-Parecen viviendas de la Edad de Piedra... dice un estudiante.

-¿Cómo vivían aquí? , pregunta una señora. ¿De dónde sacaban el agua? ¿Qué comían?

-¿Agua? Aquí mueves un poco algunas raíces y se forma un charco de agua de pantano. Estando en el campamento, el agua se tomaba hervida, quedaba de color amarillo oscuro y la llamábamos “té“. Pero si estábamos en alguna incursión, lejos del refugio, muertos de sed, nos bebíamos lo que fuere, hasta los charcos del camino. ¿Comida? Nada crece en estos bosques. Aprendimos cuáles cortezas de árbol se pueden comer sin enfermarnos. Los guerrilleros iban a las aldeas y amenazaban a los campesinos hasta que conseguían cereales, papas, sal, algún animal vivo, un poco de grasa de cordero. ¡Ah, si hubiéramos podido comernos los mosquitos! Esos eran los únicos animales que abundaban aquí.

-No tenían ningún elemento de la civilización...

-Casi nada. Tuvimos que construirnos los refugios con las manos, las uñas y los dientes, sin ninguna herramienta. Pero nos robamos una radio de los alemanes, así que estábamos comunicados por radio. Sobrevivimos sin fósforos, velas, ropa, platos, cubiertos, ni medicinas. Sólo con lo que los aldeanos nos pudieran dar, o lo que pudiéramos tomar en alguna incursión.

-Era la ley del más fuerte...

-Era la ley de la guerra.

Disciplina guerrillera

-Dentro del campamento, la disciplina era muy rigurosa, dice Fania. Los guerrilleros tenían que prometer obediencia total al comandante. No podíamos tener cárceles aquí. La pena común era echar al delincuente del campamento para que se arregle solo en el bosque. Eso era casi una pena de muerte.

-¿Y cómo se llevaban los guerrilleros entre ellos?

-Hubo de todo, desde lo más ruin a lo más maravilloso. Desde envidias, zancadillas, robarse o incluso matarse por la espalda, a sacrificar la vida por ayudar a un compañero. Aparte de eso, en los bosques, casi todos los batallones de polacos, lituanos y rusos tenían algo en común: ninguno quería a los judíos.

La cocina del campamento

-Esta era la cocina, dice Fania mostrando un refugio de tamaño algo mayor que los demás. El fuego no se podía hacer al aire libre porque la columna de humo nos hubiera delatado, aquí manteníamos fuego muy bajo, sobre una palangana de metal que conseguimos en una incursión. Ahí se hervía el agua y muchas veces la ropa, para eliminar los piojos que nos asediaban.

-Bueno, ¡leña para fuego, por aquí, no les faltaba!

-¿La leña? Cortarla por aquí cerca, podía costarnos la vida. Teníamos que cortarla y traerla desde muy lejos. Era necesario no dejar rastros de nuestra presencia en los alrededores, porque había espías alemanes cruzando los bosques; a muchos batallones los descubrieron, los rodearon y los liquidaron. A otros campamentos les arrojaron bombas desde aviones que volaban bajo. A nosotros, nos tocó sobrevivir.

Mujeres partisanas.

-¿Los partisanos se peleaban por las mujeres?

-Los guerrilleros podían pelearse por cualquier cosa, pero yo no vi peleas por mujeres, aunque debe haber tantas cosas que yo no vi, contesta Fania. Las mujeres éramos pocas, todas tomábamos las mismas tareas que los hombres, salir a misiones para destruir vías férreas y abastecimientos de los nazis, conseguir comida, ropa o medicinas. Todos aprendimos a manejar las escasas armas de que disponíamos. Soñábamos con el mundo que sería después de la guerra y éramos conscientes de que la misión más sencilla podía hacernos perder la vida. Cuando la muerte nos acechaba, nos reíamos, porque sabíamos que una bala podía tener la última palabra pero también, cualquier detalle casual podía darnos un permiso de vida; un tul de niebla cubriendo nuestros pasos, el ruido de un ratón a unos metros de distancia. Y también, un estornudo o un tropezón podían llamar la atención al alemán más próximo y ese podía ser nuestro adiós.

Fania sacude su cabeza y respira hondo. Pone la mano en el bolsillo y saca unas hojas de papel impreso, escritas en Idish, que nos reparte a todos. Se pone a cantar.

Zog nisht kayn mol az du geyst dem letstn veg. (Nunca digas que vas por el último camino) canta Fania, con voz clara, en el medio del bosque. Dos lid geshribn iz mit blut un nit mit blay (Esta canción está escrita con sangre y no con lápiz). Es el poema que escribió el partisano Hirsh Glik durante la guerra, que se convirtió en el himno de los partisanos y de la lucha judía en todas las generaciones.  Algunos de los estudiantes lo conocen de memoria, otros lo leen en las hojas que entregó Fania. Ahora entiendo más que nunca el mensaje que lleva: “Mir zenen do” (Estamos aquí). Han tratado de terminar con todos los judíos, pero estamos aquí.  Irá esta canción de generación en generación. Aunque cielos plomizos oculten los días azules, llegará nuestra hora añorada, resonará con nuestro paso.

Mir zenen do. ¡Aquí estamos! Todos, ¡de pie! ¡Este es un himno a la vida judia

[Red Voltaire] Principales titulares de prensa de la semana

http://www.voltairenet.org/article191659.HTML

El terrorismo en Siria

La prensa occidental no habla del terrorismo en Siria. Este terrorismo, intencionalmente “olvidado”, es obra de los grupos de combatientes extranjeros, respaldados por algunos colaboradores sirios, armados y financiados por Alemania, Arabia Saudita, Bulgaria, Estados Unidos, Francia, Israel, Qatar, el Reino Unido y Turquía. En este trabajo incluimos la lista de los actos de terrorismo que han costado vidas de civiles sirios, sólo desde el inicio de este año.
| Damasco (Siria)  
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Mohamed Alushe, negociador en jefe de la oposición externa en la conferencia de paz intersiria iniciada en Ginebra. Este individuo de 45 años es miembro del buró político del Ejército del Islam (Yesh al-Islam), grupo salafista financiado y armado por Arabia Saudita, Alemania, Francia y Reino Unido. Se dio a conocer en la periferia de Damasco lanzando de los techos a las personas acusadas de ser homosexuales. Desde la sala de negociaciones de Ginebra, Mohamed Alushe lanzó un llamado a violar el cese de hostilidades escribiendo en Twitter: «No confíen en el régimen y no esperen que tenga piedad con ustedes. Golpéenlos (…) en todas partes»

12 mayo, 2016

Red Voltaire] Principales titulares de prensa de la semana

http://www.voltairenet.org/article191671.HTML

La política exterior de Estados Unidos

Como puede verse en Siria, donde hombres entrenados por el Pentágono luchan contra hombres entrenados por la CIA, la política exterior de Estados Unidos es a menudo contradictoria. Esa política es, sin embargo, perfectamente coherente en dos aspectos: separar a la Unión Europea de Rusia, creando así una fractura en el continente europeo, y dividir el Extremo Oriente separando a la ASEAN de China. ¿Qué justifica esa política exterior? ¿Es posible anticiparla?
| Damasco (Siria)  
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Para explicar y por ende prever la política exterior de Estados Unidos, se ha recurrido durante más de un siglo a la oposición entre aislacionistas e intervencionistas. Los primeros se situaban en la línea de los «Padres peregrinos» que huyeron de la vieja Europa para construir un mundo nuevo. Los segundos, conforme a la tradición de algunos de los «Padres fundadores», no sólo pretendían conquistar la independencia de Estados Unidos sino además tratar de continuar por sí mismos el proyecto del Imperio Británico.
Hoy en día, esa diferencia ha dejado de tener sentido porque se ha hecho imposible para cualquier país vivir aislado de los demás Estados, aún tratándose de un país tan grande como Estados Unidos. Aunque en ese país es muy común que cada político tilde a sus adversarios de aislacionistas, ningún político estadounidense –exceptuando a Ron Paul– defiende hoy en día esa tendencia.
El debate actual se desarrolla entre los partidarios de la guerra perpetua y los adeptos de un uso de la fuerza más mesurado. Según los trabajos de los profesores Martin Gilens y Benjamin I. Page, la política actual de Estados Unidos la decide un conjunto de grupos de intereses, independientemente de la voluntad de los ciudadanos [1]. Se justifica, por tanto, ver en ese debate la influencia, de un lado, del complejo militaro-industrial, que domina la economía estadounidense y cuyo interés es proseguir la «guerra sin fin», y, del otro lado, la influencia de las llamadas compañías de peaje (como las empresas de software, de la alta tecnologia y del entretenimiento), cuya producción es ciertamente más virtual que real pero que perciben sus dividendos precisamente en todos los lugares del mundo donde reina la paz.



A Catastrophic Blaze in Canada, The Fall of Democracy in Turkey, and More- The New Yorker

May 5, 2016

Fort McMurray and the Fires of Climate Change

By

The town of Fort McMurray, some four hundred miles north of Calgary, in Canada, grew up very quickly on both sides of the Athabasca River. During the nineteen-seventies, the population of the town tripled, and since then it has nearly tripled again. All this growth has been fuelled by a single activity: extracting oil from a Florida-sized formation known as the tar sands. When the price of oil was high, there was so much currency coursing through Fort McMurray’s check-cashing joints that the town was dubbed “Fort McMoney.”
Now Fort McMurray is burning. A forest fire that began to the southwest of the town on Sunday has forced the entire population—almost ninety thousand people—to evacuate. On Wednesday, Alberta’s provincial government declared a state of emergency. By yesterday, more than fifteen hundred buildings had been destroyed and the blaze had spread through an area covering more than three hundred square miles. It was burning so hot that that it was easily able to jump major rivers. One Canadian official described the fire as “catastrophic.” Another called it a “multi-headed monster.”
Though it’s tough to pin any particular disaster on climate change, in the case of Fort McMurray the link is pretty compelling. In Canada, and also in the United States and much of the rest of the world, higher temperatures have been extending the wildfire season. Last year, wildfires consumed ten million acres in the U.S., which was the largest area of any year on record. All of the top five years occurred in the past decade. In some areas, “we now have year-round fire seasons,” Matt Jolly, a research ecologist for the United States Forest Service, recently told the Times.

Trump y Sanders o la saturación de un modelo político -Discrepando-


http://discrepando.com/al-dia/item/7532-trump-y-sanders-o-la-saturacion-de-un-modelo-político

Escrito por  Manuel E. Yepe
Trump y Sanders o la saturación de un modelo político 

“La presencia, y hasta la omnipresencia, de Donald Trump y de Bernie Sanders en esta etapa de las elecciones estadounidenses hubieran sido difíciles de prever hace solamente un año. La sola participación de Trump, hombre de negocios, populista y políticamente desatinado, hubiera sido impensable hace unos años, tanto como la de un socialista de Vermont abocado a combatir las desigualdades, las injusticias y las grandes fortunas. Aun cuando ninguno de los dos, en última instancia, tenga posibilidad real de ocupar la Casa Blanca en 2017, ambos nos permiten comprender los cambios que aparecen en la sociedad norteamericana que pueden llegar a modificar su naturaleza.”
Así lo consideran los periodistas Arnaud Blin y François Soulard en un ensayo que publicó el 27 de abril la red Alainet.
“Donald Trump es el campeón ‘americano’ de siempre: blanco, protestante, rural, cuya identidad precaria está visceralmente aferrada a atavismos tales como el derecho a poseer un arma, de los que se vanaglorió Hollywood durante mucho tiempo, que hicieron soñar a varias generaciones pero que, hoy en día, parecen totalmente superados por los acontecimientos”.
Bernie Sanders, en cierto modo, es la oposición perfecta de Trump porque ambos encarnan la saturación del pueblo norteamericano. Político con vasta experiencia, hijo de inmigrantes judíos polacos y ateo, originario de Brooklyn, socialista, es la antítesis de una Norteamérica blanca, protestante, neoliberal. Es también la encarnación de ese movimiento urbano cosmopolita que ha tomado conciencia de las profundas deficiencias del modelo neoliberal.
Es cierto que Sanders no estará en condiciones de preocupar a Hillary Clinton pero el apoyo que logró obtener muestra hasta qué punto las mentalidades han cambiado y que Hillary Clinton, para gobernar con eficacia, tendrá que tomar en cuenta esas nuevas tendencias. Para cualquiera que haya vivido en Estados Unidos durante la guerra fría, la idea de que un político se presente como socialista sin aterrizar en algún lugar que no sea delante de un tribunal es casi impensable, opinan los autores.
El combate desfasado de la Norteamérica de los viejos tiempos que lleva adelante Trump y que acompaña a la implosión del Partido Republicano neoliberal, el surgimiento de una “minoría mayoritaria” hispana que transforma el paisaje político y cultural de los Estados Unidos y el re-surgimiento de una opinión pública favorable a los derechos sociales constituyen signos de que los Estados Unidos están entrando en una nueva fase de su historia.
La necesidad de adaptarse a ella remite más aún –escriben Arnaud Blin y François Soulard- al conocimiento de la realidad interior de Estados Unidos y a la percepción de su evolución incierta. A nivel de sus políticas internas, Estados Unidos se ve alcanzado hoy por varias décadas de irresponsabilidad y de negación. Mientras que en 1945 los norteamericanos tenían medio siglo de adelanto con relación al resto del mundo, hoy en día se están atrasando en muchas esferas: educación, justicia, seguridad social, infraestructuras, etc …, vale decir, ámbitos que definen en aquello que una superpotencia es capaz de liderar en la dirección de la Historia, para bien o para mal.
Aun cuando Estados Unidos sigue a la cabeza en materia de dinamismo económico o potencia militar, ese dinamismo sufre grandes desequilibrios y la potencia estadounidense es inadecuada para las exigencias actuales en términos de política extranjera y uso de la fuerza.
Estados Unidos no ha sabido adaptarse a la globalización de la que, sin embargo, ha sido el primer instigador y el más contundente motor. De ahí que, a corto y mediano plazo, Estados Unidos va a verse enfrentado a una elección importante: seguir como si nada, con el probable riesgo de una erosión progresiva -ya visible- de su potencia, de su prestigio y de su influencia. O hacer una retirada estratégica que le permita invertir sus energías en una renovación profunda de su sociedad, capaz de hacerlos recobrar el prestigio perdido. Pero para ello tendrá que reducir sensiblemente sus actividades exteriores y su aparato militar, y articular mejor sus prioridades.
Ante tal disyuntiva, Blin y Soulard preguntan si Hillary Clinton será la mujer providencial capaz de llevar adelante el cambio necesario. ¿O se contentará con navegar en aguas turbias haciendo pequeños cambios simbólicos pero insuficientes?
“El choque combinado de Trump y Sanders quizás sirva de electroshock a una clase política que, tal como lo constató la mayoría de los norteamericanos, se niega a mirar la realidad de frente. A fuerza de declamar que “somos los mejores” será efectivamente difícil aceptar que ya no somos siquiera muy buenos”, es la respuesta de los autores.


Why Sanders Is Staying in the Race, and More

http://www.newyorker.com/news/john-cassidy/why-bernie-sanders-is-staying-in-the-race?mbid=nl_TNY%20Template%20-%20With%20Photo%20(37)%20remainder&CNDID=39383214&spMailingID=8884245&spUserID=MTEzODU1MDAxMDY5S0&spJobID=920533917&spReportId=OTIwNTMzOTE3S0