Mientras Alemania recuerda el aniversario de la Conferencia de Wannsee, los testigos de la era nazi están muriendo y el antisemitismo vuelve a resurgir en Europa y Estados Unidos.
BERLÍN — El 20 de enero de 1942, 15 funcionarios de alto rango de la burocracia nazi se reunieron en una villa ubicada en el lago Wannsee, en el extremo oeste de Berlín. Se sirvieron bocadillos, que fueron acompañados con coñac. Solo había un punto en la agenda: “Los pasos organizativos, logísticos y materiales para una solución final de la cuestión judía en Europa”.
Planear el Holocausto solo tomó 90 minutos.
Ochenta años después de la infame Conferencia de Wannsee que lo diseñó tan meticulosamente, la eficiencia burocrática sigue siendo muy desconcertante.
Las actas tomadas ese día y mecanografiadas en 15 páginas no se refieren explícitamente al asesinato. Usan frases como “evacuación”, “reducción” y “tratamiento”, y dividen la tarea entre diferentes departamentos gubernamentales y sus “especialistas pertinentes”.
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