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14 agosto, 2018
El Senado argentino rechazó el proyecto para legalizar el aborto
BUENOS AIRES — Por un estrecho margen, el Senado argentino rechazó en la madrugada del jueves un proyecto de ley para legalizar el aborto, con lo que propinó un revés al movimiento popular que llevó los derechos reproductivos a la cima de la agenda legislativa del país y movilizó a grupos de mujeres en toda América Latina.
Las posiciones a favor y en contra del proyecto lucharon para influir en los senadores indecisos hasta el último momento. Mientras los legisladores debatían el proyecto de ley en una sesión que duró más de dieciséis horas, miles de personas se reunieron afuera del Congreso y la Iglesia católica celebró una “misa por la vida” en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.
Los defensores del proyecto de ley —que hubiera permitido la interrupción voluntaria del embarazo durante las primeras catorce semanas— tenían expectativas de que Argentina pudiese empezar un cambio radical en los derechos reproductivos en una región mayormente católica, donde el 97 por ciento de las mujeres viven en países que prohíben el aborto o solo lo permiten en circunstancias excepcionales.
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Sobre el proyecto de ley, 38 senadores votaron en contra, 31 a favor y hubo 2 abstenciones.
Hace apenas unas semanas, los activistas por la legalización del aborto parecían tener buenas posibilidades de éxito. Pero la oposición se endureció cuando los líderes de la Iglesia católica iniciaron una enérgica ofensiva contra el aborto desde sus púlpitos y los senadores de las provincias conservadoras fueron sometidos a una intensa presión para oponerse al proyecto de ley.
Cuando se anunció el resultado de la votación, en el lado antiabortista de la plaza, frente al edificio del Congreso, se lanzaron fuegos artificiales. Poco después, algunos activistas a favor de la legalización del aborto encendieron fuegos y arrojaron piedras al edificio. Los disturbios fueron efímeros, aunque reportes locales han mencionado que hubo algunas detenciones.
Miles de personas con pañuelos verdes —a favor— y celestes —en contra— esperaron varias horas de la noche afuera del Congreso, a uno y otro lado de la plaza, mientras los senadores debatían y votaban.
“Sabíamos que no iba a pasar, pero sentimos que teníamos que estar acá de todos modos para hacer sentir nuestra presencia”, dijo Jimena del Potro, una diseñadora de 33 años que llevaba un pañuelo verde en la muñeca y luchaba contra las lágrimas al hablar. “Ya no nos vamos a quedar calladas y no los vamos a dejar ganar. El aborto será legal pronto, muy pronto”, dijo.
María Curutchet, una abogada de 34 años con un pañuelo celeste alrededor del cuello, mostraba una amplia sonrisa a pesar de las casi ocho horas que había pasado en el frío para manifestarse en contra del aborto. “Fue un día muy emotivo”, dijo. “Salimos masivamente y demostramos que defenderemos las dos vidas, sin importar el costo”.
Si bien el rechazo de la propuesta fue considerado un revés importante para los activistas que la respaldaron, los analistas piensan que el ascenso improbable de este movimiento ya ha comenzado a transformar la región de una manera que hubiera sido imposible hace apenas unos años.
El derecho al aborto era una prioridad y “debe ser muy desalentador llegar tan lejos y fracasar”, dijo Benjamin Gedan, un experto en Argentina del Centro Internacional Woodrow Wilson, pero señaló que, de cualquier manera, los defensores de los derechos de las mujeres ya han cosechado éxitos en el país.
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