18 noviembre, 2020

Recomendaciones para sobrellevar coberturas angustiantes y traumáticas porCRISTIANA BEDEI

 Nota

Muerte, violencia, guerra, terrorismo, desastres naturales, una pandemia: en algún momento de sus carreras, casi todos los periodistas informarán sobre un hecho traumático y lidiarán con consecuencias potencialmente angustiantes.
"Ni siquiera es necesario estar físicamente presente", dice la Dra. Gail Kinman, profesora visitante de psicología de la salud ocupacional en la Universidad Birkbeck, Londres. Entrevistar a las personas sobre sus experiencias, ver imágenes horribles en la computadora o cubrir historias que golpean cerca de casa — tanto literal como metafóricamente —  puede ser suficiente para causar estragos emocionales.
Los periodistas son generalmente resilientes, pero no inmunes al trauma y la angustia que, según Kinman, pueden provocar dolores de cabeza, tensión muscular, fatiga, pensamientos intrusivos, problemas para dormir y pesadillas. Algunos pueden no cumplir con los plazos porque no pueden concentrarse, y sus habilidades para administrar el tiempo también pueden deteriorarse. Pueden experimentar ataques de pánico, ansiedad, depresión o abuso de sustancias.
Cualquiera que experimente problemas graves debe buscar ayuda profesional, que puede ser de difícil acceso. Algunos medios de comunicación importantes brindan servicios de salud mental, pero las redacciones de pocos recursos no lo hacen, y los freelancers se ven abandonados con frecuencia a sus redes y herramientas personales. Al mismo tiempo, las escuelas de periodismo rara vez ofrecen capacitación en periodismo de crisis.
Elabora un plan antes, durante y después
Piensa en lo que puedes hacer antes, durante y después de un evento angustioso. Prepara varias estrategias desglosadas en términos del tiempo que le puedas dedicar, aconseja Newman. "Por ejemplo, a mí me encanta hacer kayak", dice, "pero es un compromiso de cinco a seis horas. ¿Qué es lo que puedo hacer en dos minutos? ¿Puedo dar un paseo? ¿Puedo apartar la mirada?"
Estas intervenciones pueden ser breves, como respirar o colorear, o tomar más tiempo, como hacer ejercicio o ver televisión.
Newman aconseja que te preguntes qué cosas puedes hacer que se adapten a las circunstancias y te mantengan a salvo.


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