12 mayo, 2016

Red Voltaire] Principales titulares de prensa de la semana

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La política exterior de Estados Unidos

Como puede verse en Siria, donde hombres entrenados por el Pentágono luchan contra hombres entrenados por la CIA, la política exterior de Estados Unidos es a menudo contradictoria. Esa política es, sin embargo, perfectamente coherente en dos aspectos: separar a la Unión Europea de Rusia, creando así una fractura en el continente europeo, y dividir el Extremo Oriente separando a la ASEAN de China. ¿Qué justifica esa política exterior? ¿Es posible anticiparla?
| Damasco (Siria)  
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Para explicar y por ende prever la política exterior de Estados Unidos, se ha recurrido durante más de un siglo a la oposición entre aislacionistas e intervencionistas. Los primeros se situaban en la línea de los «Padres peregrinos» que huyeron de la vieja Europa para construir un mundo nuevo. Los segundos, conforme a la tradición de algunos de los «Padres fundadores», no sólo pretendían conquistar la independencia de Estados Unidos sino además tratar de continuar por sí mismos el proyecto del Imperio Británico.
Hoy en día, esa diferencia ha dejado de tener sentido porque se ha hecho imposible para cualquier país vivir aislado de los demás Estados, aún tratándose de un país tan grande como Estados Unidos. Aunque en ese país es muy común que cada político tilde a sus adversarios de aislacionistas, ningún político estadounidense –exceptuando a Ron Paul– defiende hoy en día esa tendencia.
El debate actual se desarrolla entre los partidarios de la guerra perpetua y los adeptos de un uso de la fuerza más mesurado. Según los trabajos de los profesores Martin Gilens y Benjamin I. Page, la política actual de Estados Unidos la decide un conjunto de grupos de intereses, independientemente de la voluntad de los ciudadanos [1]. Se justifica, por tanto, ver en ese debate la influencia, de un lado, del complejo militaro-industrial, que domina la economía estadounidense y cuyo interés es proseguir la «guerra sin fin», y, del otro lado, la influencia de las llamadas compañías de peaje (como las empresas de software, de la alta tecnologia y del entretenimiento), cuya producción es ciertamente más virtual que real pero que perciben sus dividendos precisamente en todos los lugares del mundo donde reina la paz.



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