03 junio, 2020

La transformación de las sociedades en ‎la estela del Covid-19 anuncia la ‎militarización de Europa‎

https://www.voltairenet.org/article209809.html

por Thierry Meyssan

Thierry Meyssan: Mi análisis es exclusivamente político. No me pronuncio sobre las ‎cuestiones médicas sino únicamente sobre las decisiones políticas. ‎
Una epidemia es generalmente un fenómeno de la naturaleza pero también puede ser un acto de ‎guerra. El gobierno chino pidió públicamente a Estados Unidos que aclare por completo lo ocurrido con el laboratorio militar estadounidense de Fort Detrick, mientras que ‎el gobierno de Estados Unidos ha pedido también transparencia sobre el laboratorio de Wuhan. ‎Por supuesto, ninguno de los dos países ha aceptado abrir sus laboratorios. No es una cuestión ‎de mala voluntad sino una necesidad política. Es probable que el asunto no pase de ahí. ‎
En todo caso, no tiene importancia ya que, a medida que pasa el tiempo, esas dos hipótesis ‎parecen erróneas: ninguna de las dos potencias controla el virus. Desde un punto de vista militar, ‎no es un arma sino una plaga. ‎
¿No excluye usted que se trate de un virus escapado de uno de esos laboratorios?
Eso sigue siendo una hipótesis pero no conduce a ninguna parte. Si se trata de un accidente ‎entonces hay individuos que son responsables y Estados que son víctimas pero no culpables. ‎
¿Cómo evalúa usted las reacciones políticas frente a la epidemia?
El papel de los dirigentes políticos es proteger a su ciudadanía. Para eso, deben preparar sus ‎países, en tiempos de normalidad, para que sean capaces de actuar frente a las crisis que puedan ‎producirse. Pero Occidente ha evolucionado de una manera en la que esa misión se ha perdido ‎de vista. Ahora los electores exigen que el Estado cueste lo menos caro posible y que ‎el personal político lo administre como una gran empresa. Por consiguiente ya no hay dirigentes ‎políticos occidentales que vean más allá de sus narices. A los hombres como Vladimir Putin o ‎Xi Jinping se les califica de «dictadores» sólo porque tienen una visión estratégica de la función ‎que ocupan, con lo cual representan una escuela de pensamiento que los occidentales creen ‎obsoleta. ‎
Ante una crisis, los dirigentes políticos tienen que actuar. En el caso de los dirigentes occidentales ‎resulta que ahora se ven ante un acontecimiento inesperado. Nunca se prepararon para esto. Fueron ‎electos en base a su habilidad para prometer cosas, no por su presencia de ánimo, ni por su ‎capacidad de análisis de la situación o por su autoridad. Muchos de ellos son humanamente ‎individuos que representan a sus electores sin reunir ninguna de esas cualidades, así que toman ‎las medidas más radicales sólo para que no se les acuse de no haber hecho lo suficiente. ‎

Esos dirigentes encontraron un experto, el profesor Neil Ferguson, del Imperial College of ‎London, que los convenció de que iba a producirse una gran hecatombe, de que habría ‎medio millón de decesos en Francia, todavía más en el Reino Unido y más del doble en ‎Estados Unidos. Pero ese “experto” en estadística acostumbra a profetizar calamidades ‎sin ningún temor a caer en la exageración. Por ejemplo, antes predijo que la gripe aviaria mataría ‎a 65 000 británicos, y los decesos no pasaron de 457 [1].‎ Ahora Boris Johnson acaba de sacarlo del SAGE [2], pero el mal ya ‎está hecho.‎

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