Las reacciones oficiales sobre la creación de una nueva alianza bélica entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos (AUKUS) se limitan a la ruptura de un contrato multimillonario de venta de submarinos franceses a Australia. Pero, por muy terribles que sean las consecuencias para la construcción naval francesa, la pérdida de ese contrato es sólo un “daño colateral” causado por una brusca modificación de alianzas cuyo objetivo, considerablemente más grave, es preparar una guerra contra China.
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