La especie empobrecida debe ser exterminada. Porque pone en peligro no sólo a la especie privilegiada, sino, lo que es intolerable, a sus integrantes. Por eso no sobreviven los más aptos, sino los más turros. Aunque en la cultura represora los más aptos son los más turros.
Por Alfredo Grande
(APe).- Hay constantes en la historia. O sea: hilos conductores que se mantienen. Si todo cambia, no cambia en lo fundante. Cambia en lo convencional. O sea, en las apariencias, modalidades, disfraces. Lo que a veces a la ligera se denomina “lo epocal”.
El hilo conductor es la matanza sistemática y planificada de los hijos. Las hijas también, pero habitualmente se las reservaba como mercancía de trueque, lo cual es también una forma de matanza.
La naturaleza natural organizó la supervivencia de la especie, no del individuo. La naturaleza cultural continuó esta forma de organización y por eso los excedentes que ponían en peligro al conjunto eran eliminados. El monte Taigeto de los espartanos es el ejemplo más conocido, mas no el único.
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