El sol me abarcaba, su luz cálida y fresca expresaba la primavera. Con los ojos entrecerrados jugaba a encandilarme. Al mirar a través de las pestañas, espiaba el verde, el azul del cielo sin nubes, mis manos acariciaban el pasto suave, me acompasaba el sonido de las ramas mecidas por la brisa. Mis ojos sonreían, mi cuerpo gozaba, mi mente navegaba en las suaves aguas con placer.
Un golpe, un estallido, gritos de rabia y ordenes inentendibles, rápido, rápido arriba, arriba!!!
Me levante rápido, rápido, el entumecimiento en todo el cuerpo me volvió a la realidad, baje de un salto, y mi cuerpo se estrelló contra el piso. Intente pararme y volví a caer, me faltaba la pierna izquierda, la veía, la tocaba, pero no estaba. No me sostenía.
No era el sol, era el reflector que colaba su luz enceguecedora por la abertura de la puerta, no era un campo de primavera, era un campo de concentración.
Las sombras fantasmales, se adivinaban miserables, encorvadas, trastabillando, como yo, que también era una sombra miserable.
Rápido, rápido, me muevo, que no se note que perdí la pierna.
Rápido antes de que lleguen los kapos- (Prisionero a cargo de un grupo de prisioneros en los campos de concentración nazis.) con sus garrotes golpeaban los cubículos, tratando de llegar a los rincones para descubrir algún guiñapo humano, cuando lo hallaban golpeaban más fuerte, si no se movía se marcaba con tiza. Trabajo para los “limpiadores”.
El suelo, allá abajo, un jarabe pegajoso mezcla de sangre, vómitos, diarrea, orín. Rápido, rápido, que no se patine la pierna que me falta. Mis ojos sonreían, ahora no tengo que elegir que ropa ponerme, empujo, me empujan, rápido, rápido, que llega el Arbeitdienst (Prisionero que señalaba a los kommandos el trabajo que tenían que realizar.), garrote en mano, …mis ojos sonreían al ver el trabajo artesanal, de los clavos puestos en orden en la punta del garrote, en pocos minutos chorreaban sangre y pelos.
Formar, en fila de uno en fondo, formar? Fijar la vista en quien esta adelante, mis ojos sonreían; que raros son los piojos, caminan se juntan y forman una kipa.
Disimulo, que no se den cuenta que me olvide la pierna, me apoyo en lo que tengo alrededor, sea persona o cosa, …mis ojos sonríen no tengo que pedir disculpas.
El aire es escaso, el hedor se mezcla con el miedo, somos demasiados en este galpón, no hay gritos de dolor, hay gemidos callados.
Mis ojos sonríen, extraño un grito fuerte, bien dado, un alarido…, pero no, las pocas fuerzas que quedan no se deben gastar en eso.
El miedo, me asalta,…mis ojos sonríen, como si en algún momento no tuviera miedo.
La puerta, enceguecida de luz brillante, que no es un sol, la puerta promesa de respirar una gran bocanada de aire, o de un gran golpe de garrote, o una puñalada entre risas, o… mis ojos sonríen, el balazo liberador.
Le di las gracias al Señor Mendel, tuvo la gentileza de morir en silencio, él con una seña me invito al cubículo que ocupaba, privilegiado por estar en la parte más alta, a salvo de la lluvia de sangre, orín, vomito, sangre, diarrea, que goteaba sobre los de abajo.
Mis ojos sonreían, agradecer que se muriera.
Aunque, creo que la falta de sus huesos hizo que mi pierna se perdiera, ¿volverá?
La puerta, el aire, miro hacia arriba, me desilusiono todavía es de noche, me enoja pensar que el paso que me separa del exterior, pudiera ser el último, siempre quise morir de día, un día soleado, que pareciera de primavera. Mis ojos sonreían, era una forma de fugarme.
Sigo vivo, mis ojos sonreían, ¿vivo?, ahí está el Blockwart, Jefe de barracón o bloque, con su fusta y un gesto, elije uno, uno, dos, dos, de este lado de aquel lado, de un lado los que van a Entlausungsstation: Barracas especiales en los campos de concentración destinadas a la desinfección de la ropa de los prisioneros a fin de combatir las epidemias tifoideas, dado que este tipo de epidemias podía terminar por contagiar a los guardias de la SS.
Del otro lado a trabajar al Bekleidungkammer: Ropero de los prisioneros. La fusta me señala, hoy esa será mi gran tarea, sumergirme en las historias que cuentan los harapos, mis ojos sonreían, existirá antropología de la ropa?
Rápido, rápido, corro dando saltos, mientras corro, mis ojos sonreían, correr…
El horizonte es mi sueño de fuga, amanece.
Otra puerta, otro galpón, otros hedores, perros ladran y escupen baba espumosa, otra fusta; afuera, adentro, uno y uno, dos y dos. Afuera la montaña de harapos, camisas acá, pantalones allá, zapatos y cinturones acá, ropa de lana allá.
Adentro, los “kapos” vigilados por SS, adentro gritos, golpes, control, las costuras… las costuras, los del Judenrat: "Consejo judío” (Consejos de representantes comunitarios creados por orden de los nazis en los ghettos Eran responsables de administrar los asuntos de la comunidad y de aplicar los decretos nazis que afectaban a los judíos.) delataron a los nazis que los judíos escondían oro y diamantes para poder pagar su escape.
Los SS prestaban mucha atención, soñaban con encontrar los tesoros escondidos.
Apareció mi pierna olvidada, se mueve, flexiona, me sostiene, mis ojos sonreían por haberlos engañado, no quería ser un Musselman: En jerga de los campos de concentración, la palabra designa a los prisioneros que se han rendido, que no pelean más por su vida.
El estallido me sobresalto, no fue dolor, fue sorpresa. La sangre tibia corría por mi cara, aturdido me palpe y descubrí que donde había una oreja, había un colgajo, el SS gritaba, su perro mordía mi ropa.
Mis ojos sonreían, no me mordía la carne. Rauchhh, rauchhh, las botas se hundían en mi estómago, no sentía dolor.
Rápido, rápido, me meto en la boca la lengüeta de un zapato, la saboreo, es un manjar, no la mastico para que no me la quiten. Mis pies envueltos en trapos, yo no tengo zapatos.
Se alejan, quedo solo frente a las historias de felpa, lana, algodón, lino, botones acá, cintillos allá, las costuras descosidas con los dientes, mis ojos sonreían, dientes?
Acaricio la suave lana de un abrigo de bebe, miro alrededor y lo huelo, aún conserva el perfume de la Vida nueva, mis ojos no sonreían, mis ojos lloraban con lágrimas secas.
Un kapote, de buena calidad, intuí que ahí estaba el tesoro, recordé al Rabino de mi pueblo, mis ojos sonreían… pueblo, aldea a lo sumo; Mogilev-Podolsky, Besarabia había sido, disimulo y miro alrededor, estoy solo.
Huelo el kapote, por acá un vino de kidush, hasta la mancha rojiza se adivina sobre el negro, un poco de parafina resto de las velas de Shabat, adivino o deseo.
Busco y rebusco un tanaj inexistente, busco y rebusco una página escondida, busco y rebusco una tefila escrita, me enoja no haber aprendido de memoria, no encuentro, no tengo. Mis ojos sonreían, nunca fui religioso y ahora… busco y rebusco.
Mis manos palpan la entretela, y si… ahí está, miro alrededor, arranco el forro y el tesoro queda al descubierto, ignorante no leo, adivino; Kol Nidre, todas mis promesas incumplidas. Mis ojos sonreían, extraño el ayuno de Iom Kipur, en medio del hambre extraño el ayuno…
Rápido, rápido, escondo el tesoro, rápido, rápido, sigo, uno y uno, dos y dos…
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