Cubadebate (12-11-2016)
El sonado triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses del pasado 8 de noviembre sigue generando titulares y análisis que colman la mayor parte de la prensa internacional. En Cubadebate compartimos importantes reflexiones de Ignacio Ramonet, Atilio Borón y Rosa Miriam Elizalde que les recomiendo.
Pero -más allá de las causas probables del inesperado final y del batacazo que le dio Trump a la aristocracia política (primero los Bush y después los Clinton), los grandes poderes financieros y los medios de comunicación tradicionales-, los diversos datos que van saliendo a la luz permiten varias lecturas sobre el resultado electoral, el sistema político y la democracia en Estados Unidos.
Pero -más allá de las causas probables del inesperado final y del batacazo que le dio Trump a la aristocracia política (primero los Bush y después los Clinton), los grandes poderes financieros y los medios de comunicación tradicionales-, los diversos datos que van saliendo a la luz permiten varias lecturas sobre el resultado electoral, el sistema político y la democracia en Estados Unidos.
Aquí van algunos apuntes:
El verdadero sujeto de la elección en EE.UU no son los ciudadanos
Se cifró en 227 millones 19 mil 486 ciudadanos los estadounidense en edad de votar. Sin embargo, según el Pew Research Center, unos 51 millones de ciudadanos con derecho al voto (24% del total) no se registraron para ejercerlo. A muchos no les interesaba el proceso electoral, o les resultaba engorrosa la inscripción o, simplemente, no creen que su voto vaya a influir en los rumbos del país. Según el PRC el sistema de registro es “poco preciso, caro e ineficiente”.
Como señaló -en un artículo muy releído en estos días- el cineasta Michael Moore “La gente tiene que salir de casa y esperar una cola para votar. Y, si viven en barrios pobres, con mayoría de negros o de hispanos, no solo tendrán que hacer una cola más larga, sino que se hará todo lo posible para evitar que vayan a votar.”
Otros 24 millones de personas fueron vetados de su derecho electoral o su registro fue invalidado por “errores significativos”; lo que equivale a uno de cada ocho votantes.
En las elecciones de 2012 votaron 129 millones de estadounidenses. Cuatro años después se contabilizaron unos 126 millones de sufragios, faltando aún más de tres millones por contar. Para entonces se sabrá el por ciento de votación, que no llegará nunca al 60.
Ya lo dijo Mark Twain con su refinado sarcasmo:”si los votos cambiaran algo, no nos dejarían votar”
Una democracia donde puede ganar el que pierde
Donald Trump asumirá como el 45to Presidente de los Estados Unidos el venidero 20 de enero de 2017. Pero él no fue el más votado en los comicios del 8 de noviembre. Hillary Clinton obtuvo unos 600 mil votos más que el mandatario electo (hasta este minuto le conceden 60,981,118 sufragios frente a los 60,350,241 que acumula Trump).
Es la quinta vez en la historia electoral estadounidense que esto sucede; es la segunda ocasión en 16 años (recordar la contienda Gore-W. Bush en el 2000). Es el resultado del método indirecto de elección en el que deciden los llamados votos electorales y no el voto popular. Un asunto cuestionado ahora en diversos medios y en no pocas manifestaciones callejeras.
Con su votación, Hillary se convierte en el segundo candidato presidencial de la historia con el mayor número de votos populares cosechados, sólo por detrás de las votaciones de Barack Obama en el 2008 y 2012.
En el país que blasona de ser “la mayor democracia del mundo” volverá a mandar el candidato menos votado y que sólo tiene el respaldo efectivo del 27% de todos los estadounidense en edad de elegir.
El verdadero sujeto de la elección en EE.UU no son los ciudadanos
Se cifró en 227 millones 19 mil 486 ciudadanos los estadounidense en edad de votar. Sin embargo, según el Pew Research Center, unos 51 millones de ciudadanos con derecho al voto (24% del total) no se registraron para ejercerlo. A muchos no les interesaba el proceso electoral, o les resultaba engorrosa la inscripción o, simplemente, no creen que su voto vaya a influir en los rumbos del país. Según el PRC el sistema de registro es “poco preciso, caro e ineficiente”.
Como señaló -en un artículo muy releído en estos días- el cineasta Michael Moore “La gente tiene que salir de casa y esperar una cola para votar. Y, si viven en barrios pobres, con mayoría de negros o de hispanos, no solo tendrán que hacer una cola más larga, sino que se hará todo lo posible para evitar que vayan a votar.”
Otros 24 millones de personas fueron vetados de su derecho electoral o su registro fue invalidado por “errores significativos”; lo que equivale a uno de cada ocho votantes.
En las elecciones de 2012 votaron 129 millones de estadounidenses. Cuatro años después se contabilizaron unos 126 millones de sufragios, faltando aún más de tres millones por contar. Para entonces se sabrá el por ciento de votación, que no llegará nunca al 60.
Ya lo dijo Mark Twain con su refinado sarcasmo:”si los votos cambiaran algo, no nos dejarían votar”
Una democracia donde puede ganar el que pierde
Donald Trump asumirá como el 45to Presidente de los Estados Unidos el venidero 20 de enero de 2017. Pero él no fue el más votado en los comicios del 8 de noviembre. Hillary Clinton obtuvo unos 600 mil votos más que el mandatario electo (hasta este minuto le conceden 60,981,118 sufragios frente a los 60,350,241 que acumula Trump).
Es la quinta vez en la historia electoral estadounidense que esto sucede; es la segunda ocasión en 16 años (recordar la contienda Gore-W. Bush en el 2000). Es el resultado del método indirecto de elección en el que deciden los llamados votos electorales y no el voto popular. Un asunto cuestionado ahora en diversos medios y en no pocas manifestaciones callejeras.
Con su votación, Hillary se convierte en el segundo candidato presidencial de la historia con el mayor número de votos populares cosechados, sólo por detrás de las votaciones de Barack Obama en el 2008 y 2012.
En el país que blasona de ser “la mayor democracia del mundo” volverá a mandar el candidato menos votado y que sólo tiene el respaldo efectivo del 27% de todos los estadounidense en edad de elegir.
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