06 marzo, 2018

En China temen que haya un ‘superpresidente’ con ‘poder ilimitado’ Por JANE PERLEZ y JAVIER C. HERNÁNDEZ 27 de febrero de 2018

El domingo se anunció que el presidente chino, Xi Jinping, busca extender su mandato por tiempo indefinido: en China provocó temores por el resurgimiento del caudillismo; en el extranjero generó inquietudes por el posible advenimiento de una nueva era de hostilidad y estancamiento. Xi, quien ha sido presidente desde 2013, ha intentado cultivar una imagen de figura paterna benevolente en pro del ascenso pacífico de China. Sin embargo, la decisión que tomó el Partido Comunista de cambiar la Constitución china y abrir el camino para un tercer periodo de Xi intensificó una sensación de resentimiento entre académicos, abogados, periodistas y ejecutivos de negocios de ese país. Muchos han visto con sospecha la manera en que Xi ha utilizado su poder para encarcelar a un gran número de disidentes, reprimir la libertad de expresión y endurecer la supervisión de la economía, la segunda más grande del mundo. Wu Qiang, un analista político radicado en Pekín y quien ha sido uno de los críticos del mandatario, señaló que el cambio en la Constitución convertiría a Xi en un “superpresidente”. “Tendrá un poder ilimitado”, comentó. Los censores del gobierno se apresuraron a bloquear las críticas de la decisión. Hubo memes en internet que mostraban a Xi como un emperador sin respeto por el Estado de derecho, y unos en los que su retrato remplazaba la imagen sagrada de Mao en la Plaza de Tiananmén. En otro, se utilizó un anuncio de los condones Durex y se agregó un eslogan —“El doble no basta”— para mofarse de la idea de que Xi está buscando un tercer periodo. La iniciativa del partido llega en un momento en que Xi ha proclamado una era de grandeza china, cuando el país, según el presidente, tomará el lugar que le corresponde como una gran potencia a nivel mundial. China ya está situando bases militares en el Pacífico occidental y en África, construyendo infraestructura por toda Asia, partes de Europa y África, y dirigiendo la que Xi espera que sea la economía número uno dentro de dos décadas o antes. “China cree que está en vías de tener el estatus de potencia mundial y quiere perpetuar la trayectoria que lleva”, mencionó David Finkelstein, director de Estudios de China en CNA, un instituto de investigación con sede en Arlington, Virginia. Algunos analistas fuera de China destacaron su preocupación de que el mandato individual de Xi pueda empeorar una relación cada vez más tensa entre Estados Unidos y China. Después de que Estados Unidos pasó años intentando involucrar a China en varios asuntos —desde reformas del mercado hasta derechos humanos, pasando por cambio climático—, en diciembre, en el primer documento de seguridad nacional que emitió, el gobierno de Trump se volvió en contra de Pekín y señaló que China era un competidor estratégico. Los legisladores en Washington están preparando planes para imponer aranceles a algunas importaciones chinas, limitar las inversiones de ese país en Estados Unidos —en particular dentro del sector tecnológico— y gastar más en el Ejército estadounidense con el fin de mantener su gran ventaja sobre el Ejército Popular de Liberación. Este mes, en una comparecencia ante el congreso, el director del FBI, Christopher Wray, aseguró que China era “no solo una amenaza de todo un gobierno, sino la de toda una sociedad”.

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