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07 noviembre, 2017
Los recientes ataques abren el debate sobre qué es terrorismo en Estados Unidos
Horas después de que una camioneta atropellara a varias personas en una ciclovía de Manhattan el martes, los estadounidenses volvieron a debatir sobre algunas de las preguntas que dividen a esa sociedad que cada vez está más polarizada: ¿cuándo se puede decir que un ataque es terrorismo?
Hace un mes, cuando un hombre abrió fuego contra el público de un concierto en Las Vegas, acción con la que asesinó a decenas e hirió a cientos de personas, el ataque no fue calificado de forma generalizada como un acto de terrorismo. Pero esa etiqueta se usó de inmediato para describir el ataque del martes en el que murieron ocho personas, lo cual detonó otra ronda en el feroz debate nacional.
En la superficie, esto podría considerarse como una cuestión que se relaciona directamente con la motivación. El terrorismo se define como un ataque contra civiles para asustar a una comunidad más grande con propósitos políticos.
Sin embargo, la nueva generación del terrorismo islámico, perpetrado por individuos que dicen inspirarse desde lugares lejanos, ha borrado las distinciones entre terroristas e individuos perturbados que actúan por cuenta propia. Lo mismo ha sucedido con quienes ejecutan tiroteos masivos y dan señales tanto de sufrir una enfermedad mental como de apegarse a causas ideológicas ambiguas.
Como resultado, el terrorismo a menudo está en la mirada del espectador, y se determina tanto por el atacante como por la comunidad que se vuelve blanco de las acciones, la cual debe decidir si el ataque representa una amenaza más amplia que requiere una respuesta.
Entonces, cada acción detona un acalorado debate en torno a los problemas relacionados con el control de armas, la inmigración o la tolerancia religiosa —algunos de los problemas que más dividen al país— litigado en un momento de presión nacional.
Para algunos estadounidenses, generalmente los de la izquierda, el ataque de Las Vegas representó el terrorismo de leyes de armas que deben revisarse.
Clasificar el ataque de Las Vegas como terrorismo podría significar clasificar las armas como amenazas nacionales que requieren una respuesta. La derecha consideraría que eso es un intento de afectar a los propietarios de armas y a los conservadores.
Muchos en la derecha consideran que los ataques como el de Nueva York, encabezado por un hombre de Uzbekistán que gritó “Allahu akbar” (“Dios es grande” en árabe), se originan de una amenaza más amplia de la inmigración musulmana sin control. Si es un acto de terrorismo, como lo han definido el alcalde Bill de Blasio y otros, entonces el atacante no puede ser desestimado como un individuo perturbado.
Más de 16 años después de los ataques del 11 de septiembre, muchos estadounidenses, particularmente de izquierda, están cuestionando la disposición con la que los individuos musulmanes se definen como terroristas mientras que quienes no lo son se califican de “tiradores masivos”.
Aunque la etiqueta sea apropiada en casos individuales, dicen, la inconsistencia indica una tendencia a considerar que los musulmanes son parte de un grupo hostil que busca afectar Estados Unidos desde adentro y los asesinos blancos son una especie de excepciones.
Debido a que los asesinatos masivos son momentos de terror público, esta no es un área en la que muchas personas se pongan de acuerdo con facilidad. Podría parecer que las distintas respuestas imponen una jerarquía de víctimas, en la que quienes fueron asesinados por un tipo de atacante se consideran más importantes que otros, así como una jerarquía de perpetradores, clasificada por quienes son vistos como una amenaza mayor.
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