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07 noviembre, 2017
Trump y el secesionismo
rante los últimos años, la CIA ha respaldado movimientos secesionistas a favor de los luos en Kenya, de los kurdos en Irak y de los catalanes en España. Esas poblaciones, que esperaban alcanzar la creación artificial de nuevos Estados independientes, se han visto abandonadas por Estados Unidos desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca y se hallan ahora al borde del colapso.
Estados Unidos: secesión pero sólo al servicio del saqueo organizado
Estados Unidos siempre ha tenido una visión cambiante del derecho de los pueblos a disponer de sí mismos.
En 1861, Washington no toleró que los Estados del sur pretendieran seguir viviendo como una Confederación mientras que los del norte tenían intenciones de imponer una Federación con derechos de aduana y un banco central único. Desde el momento mismo de su llegada a la Casa Blanca, el presidente Abraham Lincoln reprimió la secesión. Si bien la cuestión de la esclavitud se convirtió en una cuestión moral que identificaba a cada bando, eso sucedió sólo durante el desarrollo de la guerra –ya iniciada por aquella otra razón– entre nordistas y sudistas. Hoy resulta fácil olvidar el millón de muertos que costó aquella guerra y condenar a los confederados como racistas, cuando en realidad la cuestión de la esclavitud no se tenía en cuenta en aquel momento, lo cual se demuestra en el hecho que también había Estados esclavistas en el bando de los nordistas.
En el momento de la construcción del canal de Panamá, justo antes de la Primera Guerra Mundial, Washington inventó un pueblo panameño, apoyó aquel movimiento separatista contra Colombia y Estados Unidos fue el primer país que reconoció la independencia de Panamá. Washington instaló entonces allí una importante base militar y se apropió de facto de los trabajos del Canal en las mismas narices de los inversionistas franceses. En cuanto a la seudo independencia, el presidente panameño Omar Torrijos –que renegoció en 1977 la soberanía panameña sobre el Canal interoceánico– nunca llegó a verla ya que murió en un extraño accidente aéreo. Tampoco llegó a verla el jefe del estado mayor, el general Manuel Noriega, porque Washington decidió deshacerse de él después de la guerra sucia estadounidense contra los sandinistas nicaragüenses, acusándolo de tráfico de droga, e invadió Panamá en 1989. Durante la invasión estadounidense, denominada Causa Justa por el Pentágono, el general Noriega fue hecho prisionero por las tropas de Estados Unidos y Panamá fue devastado.
El hecho es que Washington carece de autoridad moral en materia de derecho de los pueblos a disponer de sí mismos.
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El senador Obama y su primo Raila Odinga.
Kenya: sobre el «uso correcto» del racismo
Kenya sólo cuenta 53 años de independencia. A pesar de la gran influencia de su partido comunista durante la lucha por la independencia, la organización de la población sigue siendo de carácter tribal. Debido a ello, el conflicto entre el presidente saliente Uhuru Kenyatta y su eterno rival Raila Odinga es, en primer lugar, una cuestión de rivalidad entre los kikuyus (22% de la población) y los luos (13% de la población). Pero al aliarse con los kalenyins, los luos pueden obtener el apoyo de un 24% de los electores. Durante los últimos años, ambos bandos han logrado obtener la mayoría en diferentes momentos, debido a las fluctuaciones de la efímera alianza entre luos y kalenyins. Históricamente son principalmente los kikuyus quienes lograron la independencia del país y enfrentaron, en los años 1950, la increíble barbarie de la represión británica [1]. Fueron también los kikuyus quienes obtuvieron la presidencia en 1964, en la persona de Jomo Kenyatta. Este último nombró primer ministro a un líder luo, Oginga Odinga, que se había implicado a su lado en la lucha contra el apartheid y contra el acaparamiento de tierras por parte de los colonos. Pero aquel tándem no funcionó y hoy, medio siglo después, el país se halla inmerso en un conflicto que perdura desde aquella época y en el que ahora se enfrentan los hijos de aquellos líderes.
Todo intento de dar a esa rivalidad una lectura política alcanza rápidamente sus límites dado el hecho que ambos bandos han cambiado repetidamente de opiniones y de alianza. Lo único que no ha cambiado es su diferencia étnica. Ninguna democracia puede funcionar dentro de una sociedad basada en criterios tribales o étnicos y se necesita al menos un siglo para pasar de la simple fidelidad a un clan a una responsabilidad personal. Es necesario, por tanto, que cada cual vea a Kenya como lo que realmente es: una sociedad en plena transición donde no pueden funcionar a plenitud ni las reglas étnicas, ni las reglas de la democracia.
En 2005, el presidente kikiyu establece una alianza con China. En respuesta, la CIA respalda a su oponente luo. La CIA descubre entonces que un miembro del Senado estadounidense es descendiente de un luo y que el padre de ese congresista estadounidense había sido el consejero de Oginga Odinga. Así que la CIA organiza un viaje de ese senador a Kenya para que respalde a Raila Odinga. En lo que constituye un acto flagrante de injerencia en la vida política local, el senador por Illinois Barack Obama participa en una serie de mítines electorales con Raila en 2006, afirmando incluso ser su primo [2].
Como Estados Unidos organizó una gran provocación enviando a los luos SMS racistas en el momento de la proclamación de los resultados de la elección presidencial y todo aquello desembocó en enfrentamientos que arrojaron como saldo más 1 000 muertos y 300 000 personas desplazadas, toda la operación fue borrada de las memorias.
Cercana al Pentágono, Cambridge Analytica (CA), que participó en la campaña de Ted Cruz por la investidura republicana para la elección presidencial estadounidense de 2016, también estuvo al servicio Uhuru Kenyatta durante sus campañas presidenciales en 2013 y 2017, o sea en momentos en que Steve Bannon era –por poco tiempo– accionista de esa firma [3]. Odinga, por su parte, recurrió a Aristotle Inc., compañía que pudiera estar vinculada al asesinato de Chris Msando, el número 2 del servicio informático de la comisión electoral, abatido por desconocidos el 29 de julio [4].
En todo caso, gracias al desorden reinante en el servicio de informática de la comisión electoral, Raila Odinga logró que se anulara la elección presidencial de 2017 y se negó a presentarse al convocarse el nuevo escrutinio. La idea consistía en iniciar una secesión en tierras de los luos. Odinga reivindicaría entonces la anexión de los territorios luos del oeste y del centro de África en nombre del trabajo realizado en el pasado por su padre, el Ker (líder espiritual) de los luos, Oginga Odinga.
Pero esta vez la embajada de Estados Unidos se mantuvo alejada de su antiguo protegido. Después de haber boicoteado el segundo escrutinio de la elección presidencial, Raila Odinga, al verse súbitamente abandonado, acaba de exigir una nueva anulación y un tercer escrutinio.
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