En 1972-1973, James Craig, alto responsable del ministerio británico de Exteriores –y probablemente del MI6–, y el embajador británico en Egipto, sir Richard Beaumont, inician una intensa campaña para que su país y Estados Unidos se apoyen en la Hermandad Musulmana, no sólo en Egipto, sino en todo el mundo musulmán, en contra de los marxistas y de los nacionalistas. Sir Craig será rápidamente nombrado embajador del Reino Unido en Siria y encontrará en la CIA un interlocutor muy interesado. Mucho más tarde, Craig concebirá la “primavera árabe”.
En 1977, Jimmy Carter se convierte en presidente de Estados Unidos y nombra a Zbigniew Brzezinski consejero de seguridad nacional. Este último decide utilizar el islamismo contra los soviéticos. Da luz verde a los sauditas para que entreguen más fondos a la Liga Islámica Mundial; organiza cambios de régimen en Pakistán, Irán y Siria; desestabiliza Afganistán y convierte el acceso de Estados Unidos al petróleo del “Medio Oriente ampliado” en objetivo de seguridad nacional. Finalmente, pone medios militares en manos de la Hermandad Musulmana.
En abril de 1979, Bernard Lewis explica claramente esta estrategia en la reunión del Grupo de Bilderberg [1] que la OTAN organiza en Austria. Este islamólogo anglo-israelo-estadounidense asegura en ese encuentro que la Hermandad Musulmana no sólo puede desempeñar un papel importante contra los soviéticos y provocar desórdenes internos en Asia Central sino que es capaz de balcanizar el Medio Oriente en beneficio de Israel.
Contrariamente a una idea generalizada, la Hermandad Musulmana no se limita a seguir el plan Brzezinski. Con una visión de futuro, obtiene además ayuda de Washington y de Riad para crear nuevas ramas de la cofradía en otros países, ramas que posteriormente irán desarrollándose. El rey de Arabia Saudita asigna a la Liga Islámica Mundial un promedio de 5 000 millones de dólares anuales –suma equivalente al presupuesto militar de Corea del Norte. Esto permite a la Liga Islámica Mundial extender sus actividades a 120 países e incluso financiar guerras. La Liga obtiene además el estatus de consultante en el Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC) y el de observador en la UNICEF.
- El millonario saudita Osama ben Laden, héroe de Occidente contra los soviéticos.
En Pakistán, el general Muhammad Zia-ul-Haq, jefe de estado mayor de las fuerzas armadas y formado en Fort Bragg (Estados Unidos), derroca al presidente Zulfikar Alí Bhutto y lo envía a la horca. Miembro de Jamaat-e-Islami, la versión local de la Hermandad Musulmana, el general Zia-ul-Haq islamiza la sociedad. Poco a poco se instaura la sharia en Pakistán –incluyendo la pena de muerte por blasfemia– y se crea una amplia red de escuelas islámicas. Es la primera vez que la Hermandad Musulmana llega al poder fuera de Egipto.
En Irán, Brzezinski convence al shah para que salga del país y organiza el regreso del imam Rulah Khomeini, quien se define como “islamista chiita”. En su juventud, Khomeini se había reunido –en 1945 – con Hassan al-Banna en El Cairo, para convencerlo de que no debía estimular el conflicto entre sunnitas y chiitas. Posteriormente, Khomeini traduce dos libros de Sayyid Qutb. La Hermandad Musulmana y el revolucionario iraní están de acuerdo en los temas sociales, pero difieren totalmente en las cuestiones políticas. El día mismo de la llegada de Khomeini a Teherán, Brzezinski se da cuenta de que ha cometido un error de apreciación con respecto al ayatola. Desde el aeropuerto, Khomeini se va directamente al cementerio, a rezar sobre las tumbas de los mártires caídos bajo el régimen del shah, y llama el ejército a rebelarse contra el imperialismo. Brzezinski cometerá un segundo error al enviar la Delta Force en ayuda de los espías estadounidenses retenidos en la embajada de Estados Unidos en Teherán. Aunque logra esconder a la opinión occidental el hecho que sus “diplomáticos” eran en realidad espías, Brzezinski deja a los militares estadounidenses en ridículo con el fracaso de la Operación Garra de Águila (Eagle Claw) y da lugar a que aparezca en el Pentágono la idea de que habrá que desplegar otros medios para vencer.
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