A las 02:41 de la mañana del 7 de mayo de 1945, en los cuarteles del Cuartel General Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada (SHAEF) en Reims, Francia, el jefe del Estado Mayor del Alto Mando de las Fuerzas Armadas alemanas (Oberkommando der Wehrmacht, OKW), el general Alfred Jodl, firmó el acta de rendición .
El Día de la Victoria en Europa fue el 8 de mayo de 1945, fecha en la que los Aliados de la Segunda Guerra Mundial aceptaron la rendición incondicional de la Alemania nazi.
Tras el suicidio de Adolf Hitler durante la batalla de Berlín, la rendición alemana fue firmada por el coronel general Alfred Jodl después de que fuera autorizado por su sucesor, Karl Dönitz.
El Acta de rendición militar se firmó en el Cuartel General de Dwight D. Eisenhower, Comandante Supremo Aliado en Europa, el 7 de mayo en Reims (Francia) y el 8 de mayo el mariscal alemán Wilhelm Keitel firmó la rendición incondicional de la Wehrmacht en la sede de la Unión Soviética en Karlshorst, Berlín (Alemania).
"La noche que liberé Auschwitz"
Yakov
Vincenko tiene 79 años y es uno de los últimos liberadores
supervivientes del Ejército Rojo soviético. Llegó al campo de
exterminio con la División de Infantería número 322, frente
ucranio. Tenía 19 años. Veinte meses antes había sido herido en la
batalla de Kursk.
El
27 de enero de 1945, Yakov Vincenko, soldado del Ejército Rojo, abre
de par en par la puerta con el letrero Arbeit
macht frei y
descubre el horror. Éste es su relato y los testimonios de los
supervivientes. "En la sombra advertí una presencia. Se
arrastraba en el barro, ante mí. Se dio la vuelta y apareció el
blanco de unos ojos enormes, dilatados. Callamos: desde lejos nos
llegaba el eco amortiguado de las explosiones. De los dos, sólo yo
sabía que eran los disparos de la artillería alemana que se
retiraba. Pensé en un espectro, dudé si yo estaba herido, incluso
muerto. No estaba soñando, estaba ante un muerto viviente. Detrás
de él, detrás de la niebla oscura, intuí decenas de otros
fantasmas. Huesos móviles, unidos por una piel seca y envejecida. El
aire era irrespirable, una mezcla de carne quemada y excrementos. Nos
cogió de sorpresa el miedo a contagiarnos, la tentación de escapar.
No sabía dónde me encontraba. Un compañero me dijo que estábamos
en Auschwitz. Avanzamos sin decir una palabra".
Partisanos Judíos contra los nazis
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