CIUDAD DE MÉXICO — Los funcionarios estadounidenses han rechazado las reiteradas solicitudes de México para asistir en la investigación del uso de un programa espía —que solo pueden adquirir los gobiernos— en contra de civiles, ante la preocupación de que las autoridades mexicanas quieren sumar a Estados Unidos a la pesquisa para encubrir lo que sería una indagatoria simulada, según han dicho oficiales de alto rango.
El gobierno mexicano lleva meses a la defensiva tras las revelaciones de que la tecnología de vigilancia que adquirió fue utilizada para espiar a algunos de los activistas, periodistas y académicos más prominentes del país.
Días después de que The New York Times reveló la campaña de espionaje, el presidente Enrique Peña Nieto reconoció que su gobierno había adquirido esa tecnología y ordenó una investigación federal sobre el posible mal uso del programa Pegasus. Los funcionarios mexicanos dijeron que hablarían con el FBI para pedir su apoyo.
Sin embargo, oficiales estadounidenses de alto rango dijeron que, después de analizar la solicitud, los funcionarios de ese país decidieron no involucrarse al estar dudosos de que el gobierno de Peña Nieto realmente quiera resolver el caso, ya que indagarlo a fondo podría comprometer a algunos de sus funcionarios más importantes.
En particular, según dijeron los oficiales con conocimiento del asunto, a los estadounidenses les preocupaba que los mexicanos enaltecieran su participación con la intención de darle una apariencia de credibilidad a lo que consideran una fachada.
La tecnología de espionaje, desarrollada por una empresa israelí que fabrica ciberarmas, solo se comercializa a gobiernos con la condición explícita de que únicamente sea utilizada para monitorear a terroristas y a otros criminales.
Tras las evidencias de que la tecnología había sido usada de manera mucho más amplia, las autoridades mexicanas enviaron una lista de preguntas a las agencias policiales y de investigación estadounidenses para mostrar que se estaban tomando en serio la indagatoria.
Sin embargo, para contestar las preguntas apenas y era necesario un título básico de ciencias computacionales o informáticas, según uno de los oficiales estadounidenses. El gobierno mexicano, que operaba directamente la tecnología de vigilancia, era más que capaz de resolver el caso por sí solo si realmente quería hacerlo, añadió ese oficial.
El FBI rechazó hacer comentarios.
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