20 febrero, 2018

El escandaloso silencio de las mujeres abusadas en Colombia

OMAHA, Nebraska — Un dedo en la boca —símbolo universal del silencio— fue lo único que necesitó el violador de Claudia Morales para que no lo denunciara. La periodista colombiana escribió en un testimonio publicado el 19 de enero que había sido abusada sexualmente por un antiguo jefe. No dio su nombre. Desde ese momento, Morales ha promovido el silencio como refugio frente a las leyes colombianas, que han sido ineficaces para lidiar con la violencia de género y el acoso. Su reflexión fue más allá del ámbito nacional cuando Jon Lee Anderson, periodista de The New Yorker, y el diario Le Monde señalaron al expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez como principal sospechoso. Uribe fue jefe de Morales en 2003 y 2004. El país se dividió frente a la revelación de la víctima: numerosas personas la apoyaron con la etiqueta #YoLeCreoAClaudia, pero otras entraron en defensa de su presunto agresor con el hashtag #YoSoyUribe. A raíz del intenso debate sobre el caso, otras mujeres, como Julissa Mantilla Falcón, docente de Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú, han respaldado su iniciativa de no nombrar o de callar. Esta tendencia crea la impresión de que América Latina está a años luz del movimiento #MeToo, pero denunciar a un violador en países patriarcales como Colombia condena a la víctima al ostracismo. El abusador, si se le denuncia, siempre estará esperando afuera del juzgado para ajustar cuentas. El silencio se convierte así en la única defensa de las mujeres atacadas: cállate y ruega que no vuelva a ocurrir. Este comportamiento es comprensible, si tenemos en cuenta las cifras: en Colombia hay tres reportes de abuso sexual cada hora. Pero solo un pequeño porcentaje de las víctimas buscan justicia. Según un estudio —entre 2010 y 2015 y en el contexto del conflicto armado en Colombia—, de las 875.437 mujeres que sufrieron violencia sexual, solo el 20 por ciento denunció su caso. Entre enero y septiembre de 2017, en Colombia se presentaron 8,9 por ciento más de delitos como embarazo forzado y acoso sexual que en todo 2016. Las leyes de protección a la mujer que existen en Colombia son letra muerta. Aunque el código penal colombiano señala en la Ley 1257 de 2008 que la pena por “acceso carnal violento” es de 12 a 20 años, la impunidad de las denuncias de abuso sexual es 97 por ciento. La realidad es que rara vez un violador va a la cárcel. No sorprende que las mujeres quieran guardar silencio, el 24 por ciento de las víctimas que no denunciaron a su agresor lo hicieron por temor a represalias.

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