Desde la cobertura del #MeToo a casos de matrimonios forzados, explotación sexual y femicidios, la cobertura diaria de la violencia contra las mujeres y las niñas indica que existe una mayor atención hacia el problema y un creciente reconocimiento de su alcance y consecuencias en todas las sociedades. Pero a medida que este tema tan delicado se convierte en parte del debate público, es crucial analizar la manera en que los medios informan sobre él.
Un estudio de 2015 de una organización australiana señaló algunos fallos comunes en la forma en que los medios retratan la violencia contra las mujeres, incluyendo el sensacionalismo, la perpetuación de mitos y tergiversaciones, y culpar directa e indirecta a las víctimas.
Analizando el contenido de pautas elaboradas por 23 medios del mundo, el estudio identificó algunas recomendaciones generales para periodistas: informar sobre el contexto social de la violencia masculina, usar lenguaje y terminología correctos, evitar echarle la culpa a la víctima u ofrecer excusas para la violencia de los hombres, considerar de qué manera la elección de fuentes da forma a la historia y brindar información sobre dónde buscar ayuda.
Más allá de estas sugerencias, abordar la violencia física, psicológica, económica y sexual basada en el género es una práctica compleja que requiere una comprensión profunda del tema para proteger mejor a las sobrevivientes, informar a las audiencias y, en última instancia, educar y fomentar el cambio social.
Hablamos con dos periodistas experimentadas sobre la transformación de los discursos convencionales y de las prácticas de reporteo tradicionales.
Evaluar el peligro que corre la fuente
Si estás entrevistando a una persona vulnerable que ha pasado por un evento traumático, es vital que tu historia no ponga en riesgo su seguridad.
"Debes hacer una suerte de evaluación de riesgos a tus entrevistadas, ya que algunas habrán pensado mucho sobre eso, mientras que a otras no se les habrá pasado por la mente", dice Lara Whyte, periodista freelance y editora de proyectos especiales sobre género, sexualidad y justicia social en 50.50.
Asegúrate de que la entrevistada sepa dónde aparecerá la historia y evalúa si está al tanto y lista para la publicidad que podría desencadenarse después.
"Entrevistar a un político es muy diferente de entrevistar a una refugiada, y la infraestructura de esa persona tendrá un impacto en lo que publicarás", agrega Whyte. "Esto quiere decir que porque puedas publicar, no significa que debas hacerlo".
Sé cuidadoso en las entrevistas (y no llores)
Whyte, quien contó las historias de muchas mujeres yazidi que sobrevivieron a las atrocidades de ISIS, intenta acercarse a sus fuentes días o semanas antes de organizar una entrevista.
"En el día de la cita comenzamos con un 'calentamiento' para que hablen y confíen, y tratamos de obtener algunos detalles de su vida", dice. "Luego entramos en la parte difícil. Dejo muy claro que podemos parar en cualquier momento, que podemos retroceder, que no hay respuestas incorrectas y que está bien si quieren detenerse y comenzar de nuevo o detenerse por completo".
Al hablar de experiencias extremadamente privadas y traumáticas, es comprensible que la gente termine llorando.
"En ese caso espero, escucho y si es apropiado les doy un abrazo", dice Whyte. "Nunca lloro en las entrevistas, aunque sí me suele pasar al transcribir o al cerrar una historia angustiosa”.
La razón para evitar llorar es no querer hacer sentir a la entrevistada que lo que le pasó es demasiado, explica, mientras que es lo suficientemente valiente como para compartirlo.
"Una vez que la parte traumática de la entrevista terminó –y, repito, dejo que ellas guíen esa parte– hago 10 minutos de preguntas distintas, alejándome de ese hecho”, cuenta.
Aléjate de las imágenes estereotipadas
Las lágrimas, los hematomas y la sangre –representaciones estereotipadas de la violencia contra las mujeres– todavía predominan en los medios de comunicación, según Stefania Prandi, periodista y fotógrafa que cubrió el abuso de trabajadoras agrícolas en España, Marruecos e Italia.
Estas representaciones no solo no comunican la compleja realidad de la violencia de género, sino que su repetida exposición podría aumentar la tolerancia de los espectadores hacia diferentes actos de violencia.
"Me negué a seguir esos clichés que considero derogativos, dañinos e inútiles", dice Prandi.
Después de pasar dos años investigando en granjas del área del Mediterráneo, ahora exhibe sus fotografías por toda Italia. Los periodistas a menudo pueden sentirse presionados a sensacionalizar sus historias con tomas dramáticas, pero es importante evitar explotar a situaciones y personas, y centrarse en humanizar sus experiencias y respetar sus límites.
"La muestra está compuesta por retratos e imágenes de los campos que solo muestran lo que las trabajadoras agrícolas me permitieron fotografiar. Es un trabajo hecho respetando los límites que se me pidió no cruzar", cuenta.
Cristiana Bedei es una periodista freelance especializada en género, sexualidad, derechos de las mujeres y salud mental.
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