PHOENIX — Una madre esperó cuatro meses para poder volver a abrazar a su niño. Otra tuvo que aguardar tres meses antes de volver a ver a su pequeña.
Esos encuentros finalmente se produjeron el martes en Phoenix, pero las madres fueron recibidas con un llanto de temor por parte de sus hijos.
“No me reconoció”, dijo Mirce Alba López, de 31 años, sobre Éderson, su hijo de 3. “Mi alegría se volvió tristeza”.
Sucedió lo mismo con Milka Pablo, de 35, y Darly, de 3. La niña gritó e intentó liberarse del abrazo de su madre.
“Quiero a la miss, quiero a la miss“, gritó Darly, en referencia a la trabajadora social del albergue en el que vivió desde que fueron separadas por agentes federales de Estados Unidos, en la frontera sur de ese país.
Esas tristes reuniones, en acato a una orden judicial de California, sucedieron después que el gobierno de Donald Trump dijo que soltará a cientos de familias con grilletes electrónicos, con lo que se regresa a la política de capturar y liberar que el mandatario había prometido eliminar el año pasado.
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