Finalmente luego de más
de veinte años, concluyó el juicio por el encubrimiento de la
Masacre de AMIA (18/07/1994), sede de la mutual de la colectividad judía.
La vergonzante justicia
argentina, suma un nuevo acto que repugna la conciencia. Más de
veinte años, para condenar a los “encubridores”, gastos
millonarios en dolares para nada.
Que paso ese 18 de Julio
de 1994?. Se masacraron 85 argentinos, en uno de los mayores atentados
terroristas que sufriera Argentina. Quien lo hizo... no se sabe.
Porque se hizo, no se sabe. Como, tampoco se sabe.
Que es lo que sabe?,
mataron a 85 argentinos quedaron cientos de heridos, se removieron
los escombros del bombazo, junto a los hierros retorcidos
desaparecieron las pocas pruebas que podrían haber respondido las
preguntas sin respuestas.
AMIA, no fue un hecho
aislado, fue la consecuencia del atentado que se había realizado en
la embajada de Israel, (17/03/1992) con un saldo de veintidós muertos
y doscientos cuarenta y dos heridos, atentado impune, atentado
acallado, escondido. Se escondió que hubo llamadas entre policías,
antes del atentado, que los que tenían que custodiar el edificio,
“casualmente” no estaban en sus puestos de guardia. Que la
fiscalía dejo que todo se fuera cayendo por inacción. Lo mismo
que en AMIA.
Embajada de Israel en Argentina- 1992
Apenas reventó la bomba
aquel 18 de Julio de 1994, el lugar se lleno de gente, judíos, no judíos, extranjeros, todos ayudando a los tambaleantes
sobrevivientes, revolviendo los restos humeantes en busca del milagro
de la Vida. La conmoción apresurada, por sobreponerse al horror.
Al posarse el polvo del
estallido, un acre olor a amoniaco invadió el lugar, al pasar las
horas, se combinó con el olor a muerte, al llegar aquella primera
noche, aun se buscaban sobrevivientes. Al llegar la noche las más
altas autoridades de la comunidad judía, aun no estaban presentes.
Comenzaron las preguntas, las versiones, las historias cotidianas.
El estupor de descubrir, que muchos más, podrían haber caído en ese fatídico día, que por casualidad no llegaron a hacer el tramite, o a
cumplir tareas, o a buscar trabajo, o...descubrir que pasadas las
horas no aparecían los seres queridos. Aceptar la certeza del
destino fatal que sufrieran.
La oscuridad trajo a los
oscuros agentes, de la SIDE, del gobierno, de las fuerzas de
seguridad, los políticos, deambulaban entre los restos tratando de
pasar desapercibidos por el temor a ser increpados por los
sobrevivientes, parientes, voluntarios. Ya se estaba gestando la
maniobra de impunidad.
Era más importante qué
se iba a decir, que descubrir las respuestas que aun hoy no se
tienen.
Ya estaban enterrados en
los escombros de la embajada, las victimas y la Verdad. Ya se
estaban enterrando las victimas de AMIA, y definitivamente la Verdad.
Más de veinte años,
para que el máximo responsable del “encubrimiento”, sea el ex
juez Galeano, de aquellos que deambularon durante la primera noche y
tejieron la maniobra ninguno fue juzgado. De los autores materiales,
nada se sabe, de los responsables políticos tampoco, de la logística usada nada. De los dos desaparecidos, que aun quedaban, se supo recién hace dos años sus identidades, gracias a que a alguien del
“equipo” de fiscales de AMIA, se le ocurrió hacer una muestra de
ADN.
Mientras tanto, AMIA le
sirve a la derecha israelí para agitar fantasmas de guerra, a la
dirigencia de la comunidad judía de Argentina, para ubicar a sus
cuadros en los gobiernos. También le sirve a los antisemitas, para
sembrar su mensaje de odio, culpando a las victimas de su propia
desgracia.
Le sirvió al ex fiscal
Nisman, para transformarse en el “líder” de la lucha anti terrorista y “trabajar” como propagandista de los partidos de
la derecha israelí, quienes solventaron con cuantiosas sumas de
dinero su “colaboración”.
Justamente quien menos
hizo para traer Justicia y Reparación a las Victimas sus familias y
seres queridos, ese que se suicidara por desesperación y soledad.
Aun se debe hacer Justicia, también con él, condenando a los
insidiosxs canallas que lo indujeron a buscar su final.
Los muertos, heridos,
seres queridos; hijos, padres, esposos, esposas, y todo el Pueblo
Argentino, hemos recibido una nueva cachetada, un nuevo golpe bajo.
A los muertos de la
embajada..., no los mató nadie.
A los muertos de AMIA, no
los mato nadie...
Angel Fernandez Schejtman
-AMIA 1994-
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