RIAD, Arabia Saudita — Nunca pensé que viviría lo suficiente para escribir esto: el proceso más importante de reformas en el Medio Oriente está sucediendo en Arabia Saudita. Sí, leyeron bien. Aunque llegué al inicio del invierno saudita, encontré al país atravesando la Primavera Árabe desde el punto de vista político.
A diferencia de lo sucedido en las otras Primaveras Árabes —que surgieron desde abajo y fracasaron desastrosamente, excepto la de Túnez—, esta va de arriba abajo, encabezada por el príncipe heredero de 32 años, Mohamed bin Salmán y, si tiene éxito, no solo cambiará la personalidad de Arabia Saudita, sino el islam en todo el mundo. Solo un tonto predeciría su éxito, pero solo un tonto no lo apoyaría.
Para entender mejor volé a Riad para entrevistar al príncipe heredero, conocido como MBS, quien no había hablado acerca de los extraordinarios eventos que sucedieron durante los primeros días de noviembre, cuando su gobierno arrestó a varios príncipes y empresarios sauditas por cargos de corrupción y los puso en una improvisada jaula de oro —el hotel Ritz-Carlton— hasta que acepten entregar sus ganancias obtenidas de manera ilícita. Eso no es algo que se ve todos los días.
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